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22/5/12

¿Por qué es tan difícil para Europa salir del atolladero?

Este artículo de Cives en Politikon es de imprescindible lectura para entender por qué a Europa le está costando tanto dar con la solución de sus (de nuestros) problemas.

Lo complejo del problema es que ninguno de los actores, ni sus instituciones políticas, tiene los incentivos necesarios para adoptar el conjunto de soluciones que se apuntan en el artículo... porque falta confianza, y posiblemente con razón, a lo que harán los otros en el largo plazo.

¿Sucumbirá Europa a la conocida "tragedia de los comunes"?

25/5/11

Cuántos "Luis Ángel Rojos" necesita España...


"Un profesor trabaja para la eternidad: nadie puede decir dónde acaba su influencia"
Henry Brooks Adams

Ha muerto Luis Ángel Rojo.

Ahora que andamos debatiendo sobre la mediocridad de los representantes de la cosa pública, es buen momento para poner a este hombre como ejemplo palpable de lo que España necesita en sus instituciones: brillantez, conocimiento, sabiduría y coraje para ir contra corriente.

No soy el más adecuado para escribir un obituario sobre él, pues no soy de la profesión. Los hay muy buenos, repasando sus aportaciones, en la prensa y en Nada es Gratis, por ejemplo.

Pero como llegué a sentir respeto y admiración por él simplemente conociendo desde fuera sus acciones, su actitud y lo que ha representado para el país, a modo de homenaje recordaré éste post que escribí sobre él al comienzo de la crisis.

Descanse en paz.

20/1/11

politikon.es

Un grupo de blogueros amigos que tienen la costumbre de escribir sobre historia, política, economía y asuntos de actualidad de forma inteligente, informada y sensata han creado un nuevo sitio en el que podemos disfrutar de sus escritos: politikon.es

Aunque de todos ellos ya teníamos enlaces a sus blogs originales en nuestro margen derecho, ahora los podréis disfrutar en "pack".

No es necesario que diga cuán necesaria es su aportación, tanto más por ser desinteresada (salvo por la humilde pretensión de dominar el mundo), si la comparamos con el nivel de debate al que uno puede acceder a través de los medios tradicionales (más aún tras el cierre de CNN+): gente hablando (solemnemente) de lo que no sabe, ni un solo dato que respalde los argumentos, tópicos y lugares comunes, lametazos a la voz de los amos... por no hablar de la TDT, que nos obsequia a diario con debates políticos bajunos, fétidos o directamente irrelevantes.

Feliz andadura a politikon.es!

30/9/10

La influencia de la cultura en la economía: el recurso a las explicaciones fáciles

De un tiempo a esta parte leo en algunos artículos y escucho en algunas tertulias la vieja cuestión de hasta qué punto los factores culturales influyen en la economía, o más concretamente, en el nivel de desarrollo (la riqueza, en definitiva) de los distintos países.

Dada la crisis económica que vivimos, y los recientes problemas de España y otros países del grupo de los PIGS con su deuda, estas “agudas” reflexiones han proliferado en los medios. Recomiendo fervientemente que leáis este artículo de El País: “La Economía entiende muy poco de dioses”, ya que aunque el tratamiento es un tanto superficial y frívolo, pone sobre la mesa varias cuestiones interesantes y resume las posturas de varios economistas y sociólogos al respecto.

La cuestión es si la religión (y más en general, los aspectos culturales de una sociedad) tienen tanto peso como para condicionar el desarrollo económico de los países. Este tema se ha debatido desde hace tiempo, al menos desde que Max Weber defendiera las supuestas ventajas de la moralidad protestante frente a la católica a la hora de hacer negocios. Otras veces, sin embargo, y un tanto en contradicción con lo anterior, se ha hablado de las ventajas de las religiones “occidentales”, intervencionistas y materialistas, sobre las orientales (budismo, confucionismo…), que más bien empujan al individuo hacia el retiro, la introspección y el rechazo a lo material, deduciendo por ello que los países orientales nunca llegarían a ser potencias económicas y serían siempre avasallados por el empuje de los occidentales.

Mi postura al respecto está clara: no aceptar explicaciones que sirven para explicarlo todo, y por lo tanto, no explican nada. Para empezar, existen muchísimas excepciones a la tesis de que la religión influye en la riqueza de las naciones: las hay ahora, y las ha habido en casi cualquier momento histórico donde se nos ocurra “hacer la foto”. Entre otras cosas, porque el desarrollo económico de casi todos los países ha venido cambiando continuamente desde la Revolución Industrial, si bien de manera desigual y con acelerones y frenazos en según qué momento histórico y en qué lugar geográfico… pero con una tendencia general al crecimiento (con la excepción del África Subsahariana). Pues bien, parafraseando al economista Sala i Martin, “tú no puedes explicar algo que cambia rápidamente mediante factores que o bien no cambian o bien lo hacen muy lentamente” (como son la religión y la cultura). Dicho sea de paso, los términos “cultura” o “factores culturales” son suficientemente vagos como para dar cabida en ellos a cualquier cosa.

Hoy hay muchos países católicos que son más ricos que los protestantes de su entorno. Y las economías de Japón, Hong Kong, Taiwan o Corea del Sur, y cada vez más la de China, desmienten también la tesis de las “religiones orientales”.

¿Por qué razón, entonces, es tan persistente la idea de que la religión y la cultura influyen en la riqueza de las naciones? Muy sencillo: porque es una explicación fácil, muy a mano para los que no quieren hacer el trabajo duro, el trabajo científico… parece que de forma natural lo explica todo, aunque no explique nada, es decir, exactamente igual que las pseudociencias. Es una narrativa fácil de entender por todo el mundo y además alimenta nuestros prejuicios: los irlandeses son vagos y borrachos en comparación con los ingleses; los anglosajones protestantes son industriosos y emprendedores en comparación con los católicos mediterráneos, más dados a la resignación y a la sopa boba; los musulmanes son fanáticos y dados a la traición; los orientales son sumisos y carentes de liderazgo y de creatividad;… y, en fin, los negros son menos inteligentes aunque tienen el miembro más largo…

Tomemos como ejemplo la tesis defendida por del sociólogo Enrique Gil Calvo sobre los países europeos en el artículo enlazado: los tres “grados de bienestar” (nórdico-socialdemócrata, anglosajón-liberal y continental-democristiano), que el ínclito profesor relaciona directamente con la religión (luteranos, calvinistas, católicos), mezclando en la coctelera también el “grado de tolerancia a la corrupción”. No parece importarle mucho meter a los PIGS en el grupo de comportamiento “continental-democristiano” a pesar de que hay alguno no continental (Irlanda) y alguno no católico (Grecia). Lo dicho, todo vale si confirma nuestros prejuicios. Porque cuando a los PIGS les iba bien, (particularmente bien a Irlanda y a España) supongo que era porque sus ciudadanos dejaron de ir a misa.

¿Es posible dar alguna explicación alternativa a la situación de crisis de los PIGS, que no caiga en el “recurso fácil” de la religión y la cultura? Bueno, podemos hacer el intento… por ejemplo, os recomiendo este artículo de Javier Andrés en el blog NeG sobre los desequilibrios globales.

Hay que decir que pensadores a los que respeto más que a Gil Calvo también se apuntan desde hace tiempo a la “tesis de la cultura”. Como ejemplo, leed éste artículo del economista Jeffrey Sachs sobre el crecimiento en la “economía budista” de Buthan, que es, en efecto, una bonita historia. Se pueden encontrar historias de éxito similares (aunque escasas) en otros países que parecen destacarse poco a poco sobre el lúgubre destino de sus vecinos: los primeros que me vienen a la mente son Costa Rica, en Centroamérica, y Botswana, en el África Subsahariana. ¿Qué se puede decir para explicar su éxito? Pues, como diría la gente que se dedica a estudiar la Economía del Desarrollo, el problema es que se puede decir muy poco, o al menos ser muy cauteloso, a la hora de explicar por qué unos países tienen éxito y otros no… hay que observar, tomar datos, relacionar variables, construir un modelo y testarlo. Ya sé que no es fácil. Lo fácil es recurrir a la religión, a la raza, a la cultura negra, a la crueldad del pasado colonial… Pero si somos más cuidadosos, si tenemos en cuenta todos los factores que pueden influir, y que podemos observar incluso en el artículo de Sachs sobre Buthan (aunque él prefiera el budismo como explicación última), veremos cómo surgen del análisis cuestiones relacionadas con el buen gobierno, la apertura del mercado, el aprovechamiento inteligente de tus recursos naturales o de otras ventajas comparativas, la estabilidad institucional, etc… y, en definitiva, una correcta toma de decisiones político-económicas, que trascienden (por suerte) la cultura, la religión y hasta cierto punto, el entorno geográfico que te ha tocado.

Desde luego, la respuesta a la pregunta del por qué de la riqueza de las naciones está lejos de estar clara: es un campo de investigación apasionante de la Economía del Desarrollo. Y como tal campo de investigación, podría ser que finalmente asignara algún papel a los aspectos culturales o religiosos. Mi propia opinión al respecto no es la de despojarles absolutamente de algún papel: pienso que dichos aspectos, en el mejor de los casos, “modulan” la respuesta de una sociedad ante determinadas políticas. Es decir, podrían influir en el grado y facilidad de implantación de determinadas políticas y por lo tanto explicar pequeñas diferencias en la “manera de crecer” de unos países y otros. Pero no hasta el punto de condicionar su éxito o su fracaso. Pero esta es una hipótesis que, como todas, tiene que ser sometida al juicio empírico.

Mientras tanto, huyamos de las explicaciones fáciles sobre cuestiones que distan mucho de estar resueltas.


ACTUALIZACIÓN: Un estudio curioso relacionado con el tema del post lo podéis ver comentado en el blog Neoconomicón: "Democracia pluvial".

21/7/10

"Los reguladores también son humanos..."

El economista Edward Glaeser tiene la enorme virtud de escribir continuamente sobre temas que me interesan especialmente. En este caso lo hace sobre los "fallos del regulador", sobre todo cuando se trata de corregir problemas de racionalidad limitada.

La pregunta que se hace Glaeser es si la propensión de la gente a cometer errores y a tener comportamientos "irracionales" en determinadas decisiones económicas, hace más atractiva la idea de un "gobierno fuerte" que se ocupe de vigilar estos excesos privados. Cita como ejemplo la Oficina de Protección Financiera del Consumidor" que pretende lanzar el gobierno Obama.

Nos habla del comportamiento irracional de los agentes en la burbuja inmobiliaria en EEUU (el razonamiento es igualmente válido para España). Y comenta, muy acertadamente, que el comportamiento de los que piden un préstamo para comprar una vivienda que dudosamente pueden pagar, puede ser de hecho perfectamente racional: porque piensen que, en caso de insolvencia, será otro el que asuma su deuda. O bien, y esto lo añado yo, porque piensen que es una inversión, o bien porque asumen que el banco que le está prestando ya habrá medido los riesgos suficientemente. Glaeser afirma precisamente que lo más difícil de entender es efectivamente el comportamiento de los bancos, "tan alocados como para hacer este tipo de préstamos".

En mi opinión, sin embargo, también es discutible que el comportamiento de los bancos fuera "irracional". Como he defendido ya en alguna ocasión en este blog, el problema de las burbujas no es tan sencillo, o no se producirían: es un problema de incentivos perversos que provocan que prácticamente todos los agentes involucrados inflen la burbuja con comportamientos perfectamente racionales, lo que hace difícil que se puedan "descabalgar de ella":
  • Los compradores de pisos porque ven a sus vecinos ganar dinero comprando y vendiendo inmuebles, y no quieren ser menos. Además, el banco, supuesto principal interesado en vigilar el riesgo, les da el préstamo a bajo interés y con bajas exigencias. ¿Quién va a ser el "tonto" que no lo aproveche?
  • Los promotores, chanchulleando con los políticos para conseguir suelo y elevando los precios sin límite, puesto que ven que los compradores están dispuestos a pagar cualquier cosa y los bancos están felices de prestar alegremente tanto al comprador como al propio promotor. ¿Quién va a ser el "tonto" que no aproveche el negocio?
  • ¿Los bancos? Con objetivos explícitos de sus gestores sobre el nº de hipotecas concedidas, con tasas de morosidad bajísimas, mirando de reojo cómo crece el negocio del banco de enfrente... y algunos, sin preocuparse de las hipotecas de más alto riesgo, en tanto puedan paquetizar este riesgo y venderlo camuflado a otros incautos. En el caso de los bancos, al menos de algunos, no era tanto un juego irracional como un juego de tramposos. En cualquier caso, ¿quien va a ser el "tonto" que pierda negocio abandonando el comportamiento que tan bien le va a toda su competencia?
  • ¿Los Gobiernos y la Administración? Para los ayuntamientos jugar con el suelo les permitía resolver sus problemas de financiación. Para muchos políticos locales, enriquecerse corruptamente con las recalificaciones y las adjudicaciones. El gobierno, por su parte, veía cómo la tasa de paro bajaba a niveles históricos y podía presentarlo como un éxito de su gestión. ¿Quién va a ser el "tonto" que... ? No quiero insistir.
Por supuesto, flotan en todo el asunto un par de puntos dudosamente racionales, como son:
  • Expectativas no realistas sobre la evolución del precio de la vivienda (que seguirá subiendo de modo indefinido, que no puede bajar...). Pero esto, no lo olvidemos, era un escenario posible (aunque improbable) por el que todo el mundo apostó porque estaba ganando dinero al apostar por él.
  • Un comportamiento irresponsable de la mayoría de los agentes, consistente en algo así como "otro estará mirando los riesgos". Es decir, cada agente involucrado consideró que "alguien" estaría cuidándose de los riesgos, y mientras tanto ellos tenían vía libre.
Esto es como la parábola del precipicio: mucha gente avanza inexorable, entre la niebla, hacia un precipicio mientras ganan dinero a base de avanzar por la pendiente. Muchos creen que no hay precipicio... otros saben que debe de haberlo, pero que siempre podrán abandonar la carrera a tiempo. Desde luego nadie quiere abandonar la carrera mientras siga ganando dinero, nadie quiere dejar de ganar mientras el resto de corredores sigue ganando. ¿Es esto comportamiento irracional? Es discutible.

Pasando a analizar el asunto de una agencia reguladora que vigile el comportamiento irracional de los agentes, la opinión de Glaeser es que tales agencias también están sometidas al error y al comportamiento irracional, y ejemplos tenemos que lo demuestran. La solución por la que aboga es que dichas agencias tengan objetivos modestos y bien definidos, básicamente informar a los más vulnerables, y que tengan una baja burocracia en su funcionamiento. Quiere evitar que la agencia genere barreras de entrada y limite la innovación.

Y es en este punto, en las conclusiones, en donde yo no estoy de acuerdo con Glaeser. Entiendo que por lo que él aboga es algo de tan bajo nivel (algo así como la agencia que obliga a etiquetar el contenido calórico de los alimentos) que muy dudosamente servirá para algo.

En mi modesta opinión, lo que se necesita es una agencia con la suficiente capacidad como para establecer y seguir algún tipo de indicador de alerta contra el riesgo sistémico, y con capacidad para actuar "irracionalmente" (valga la boutade) y pinchar burbujas. Esto significa poca gente pero muy formada y bien pagada, con independencia política y de criterio, algo así como el Banco de España en la época de Luis Ángel Rojo, que fue capaz de cabrear a nuestros banqueros imponiendo provisiones contracíclicas en un momento en que esto parecía "irracional". Con la que ha caído y está cayendo, lo que menos nos debe preocupar es "que se limite la innovación"... todo lo contrario, vigilar la innovación es posiblemente, y a la luz de los acontecimientos, el objetivo.

Sobre las dificultades para configurar tales agencias, y sobre si debe o no debe ser el Banco de España una de ellas, Jesús Fdez. Villaverde lo ha discutido en el blog Nada es Gratis, en una serie (I, II, III y IV) cuya lectura os recomiendo fervientemente a pesar de ser bastante más técnica.


ACTUALIZACIÓN 22/07/10: Un artículo de Robert J. Shiller en el que aboga por un regulador fuerte y le asigna la responsabilidad a los bancos centrales.

29/4/10

Carta de amor a la verdadera izquierda

                                                                                                                                                                    
Por motivos personales hace mucho que no escribo nada. Tampoco tenía idea de hacerlo hoy pero uno, tranquilote de por sí, a veces pierde la paciencia y al final le hacen hablar mal. Así que les pido excusen el lenguaje de esta entrada. Entrada que no es en realidad más que una respuesta a Popota, un genuino representante de la verdadera izquierda. Pero izquierda de la buena, oigan, no esa de vendidos al capitalismo y nazionalistas españoles que pulula por aquí. Sin más preámbulo la copio aquí, ligeramente editada:

"Gracias por esta nueva perla de demagogia, Popota. Como la economía española, sigues cayendo en barrena y sin perspectivas de tocar fondo. El partido de ayer ha debido hacer mucho daño.

Es obvio que los contratos laborales han de estar protegidos y supervisados por la ley, pero en aquellos aspectos (igualdad, condiciones laborales, cumplimiento de las cláusulas) que atañen al ámbito legal. La intervención judicial en aspectos organizativos de las empresas es un lastre que obliga a optar al empresario SIEMPRE, aunque haya otras posibilidades, por el pago de 45 días al año para casi cualquier despido. ¿Por qué? Por el mismo motivo por el que en españa no se utiliza el procedimiento judicial para solventar numerosos incumplimientos en otros ámbitos (impagos, de cláusula, etc.) si no es imprescindible: por la lentitud e ineficiencia de la justicia española (¡en juicios te veas, aunque los ganes! maldicen los gitanos)

A mí me gustaría saber qué alternativas ofrecéis vosotros, los predicadores de la verdadera izquierda, esa que llega al poder y lo primero que hace es poner a su hermano al frente de una embajada de broma. Alternativas para superar una situación desastrosa que lo es ya desde hace 35 años. No es un invento de Aznar, o del Borbón, o del GAL, o del Tribunal Constitucional, o de cualquiera de vuestros sospechosos habituales..

Porque en realidad es muy sencillo. Tampoco hace falta ser muy listo para comparar el histórico de las tasas de desempleo de los países de la UE y comprobar que mantenemos un diferencial abultado, constante, que se dispara en las recesiones para luego tardar diez años en recuperar cifras inimaginables para nuestros vecinos (porque las actuales no son inimaginables, son grotescas). En román paladino: nuestro mercado laboral apesta. No funciona. Y eso significa que su regulación apesta y no funciona. Nada nuevo, por cierto, porque cuando casi todos los contratos eran indefinidos y con elevados costes de despido aún funcionaba peor ¿O ninguno de vosotros se acuerda de la recesión, acompañada de inflación galopante y paro desbocado, de finales de los 70' y principios de los 80'? ¿Habéis olvidado los famosos 800.000 puestos de trabajo? ¿Acaso creéis que las medidas de flexibilización (incompletas) realizadas bajo los gobiernos de González se hicieron porque le gustaba pelearse con la UGT? No, se hicieron porque no quedaba más remedio, como no quedó más remedio que hacer una reconversión industrial enfrentándose a los de siempre: los sindicatos y la verdadera izquierda. Una flexibilización que, como la llevada a cabo por Aznar, dio sus frutos: reducir la tasa de paro, al menos en las etapas de crecimiento, a costa de crear una dualidad que aún sufrimos. Y esto porque en vez de tomar decisiones valientes se chapucearon mil parches que acabarían sufriendo los que menos peso político tienen: los jóvenes.

Me hace gracia vuestra indignación de tertulia de bar, la soberbia con la que pontificáis desde la ignorancia y la seguridad de ser "los buenos", aquellos que se enfrentan a los malvados explotadores con sombrero de copa y puro que para sentarse utilizan obreros en vez de sillones. Lo mejor de todo es que estáis defendiendo una estructura de corte fascista, heredada directamente del franquismo y diseñada para tener a la clase trabajadora engordando en el pesebre, que así no cornea. Algo que se ha logrado divinamente, por cierto: aquí nadie sale a la calle a no ser que le toquen lo suyo o pierda su equipo de fúrbo. Y después de mí, el diluvio.

Lo que vuelve a demostrar que no sabéis muy bien de qué estáis hablando. Un estado social y de derecho no debería dejar en manos de particulares aspectos de protección social básica. Porque eso es la indemnización por despido: cargar el peso de la protección al desempleado sobre la empresa, que está encantada de transferir ese coste a los salarios (¿o es que creéis, almas cándidas, que lo restan de los beneficios?) o evitarlo echando a la calle temporales. Y además así la administración no tiene que cumplir con su deber, es decir, crear un organismo que ofrezca el apoyo necesario a los parados. O sea, prestaciones por desempleo y reinserción laboral efectiva. Como un país civilizado, vamos.

Porque todos sabemos que eso de flexibilizar el mercado manteniendo la seguridad del trabajador es un invento raro que algunos vendidos se han sacado de la chistera. Países tercermundistas como Dinamarca, Austria u Holanda las han aplicado con un resultado desastroso: tasas de desempleo actuales que rozan el 7,5% en el primer caso, el 5% en el segundo y el 3,9% en el tercero, sueldos elevados, carrera laboral continuada aunque cambies de empresa, bajo paro juvenil y femenino, etc. De hecho, les va tan mal que emigran masivamente a España porque saben que aquí encontrarán trabajo fácilmente y en magníficas condiciones. Sin saber que todo se lo debemos a los desvelos de los verdaderos izquierdistas. A personas que, como Popota, están siempre prestas a acusar a los borbones, a los nazionalistas españoles y a los capitalistas de sombrero de copa de todo lo que vaya mal."

31/12/09

Debatiendo en blogs ajenos sobre "productividad"...

Debate en el blog de Egócrata, “Materias Grises”:
ENDER:

Competir internacionalmente” es una de esas piezas de argot que deben ser desterradas

Totalmente de acuerdo con Citoyen. Esa idea de que los países compiten entre ellos en el “mercado internacional” por un trozo del pastel, y que quien se quede atrás se irá a la quiebra y poco menos que engrosará las filas del 3er Mundo, es una chorrada popularizada por ciertos consultores de empresa metidos a asesores de gobiernos que ha calado profundamente en la clase periodística, que la repite hasta la náusea.

Lo que tiene relevancia para el nivel salarial de un país es la productividad interna del país: si tú la haces crecer tu nivel salarial crecerá, independientemente del nivel relativo de dicha productividad frente a la del resto de países.

No olvidemos que la parte que representa el comercio internacional en el PIB es relativamente pequeña. No olvidemos tampoco que el objetivo del comercio internacional es importar, no exportar. Lo repito, por si alguien se ha sorprendido: lo que me hace a mi “más rico” es poder satisfacer fácilmente mi “necesidad” de una tostadora buena, bonita y barata, da igual si la hacen los chinos. Obviamente, un país tiene que buscar la manera de hacer cosas, lo más variadas posible, y que sean buenas, bonitas y baratas, esto es, con alta productividad, y luego vendérselas a quien las demanda, sea dentro o fuera del país.

Lole:
Lo que se está previendo para los próximos 5 años es desalentador: crecimiento moderado, acompañado de niveles de paro enormes. Se teme que las empresas no volverán a estar a máxima capacidad en años, y no volverán a contratar en mucho tiempo, después de haber soltado lastre estos dos últimos años. Este panorama es trágico para los jóvenes, y España lo sufre más que ningún país de su entorno. ¿Y aún creemos que no hay que hacer nada? Mi opinión es que la única opción que no existe es la de no hacer nada.

LOLE:

Ender
Lo que tiene relevancia para el nivel salarial de un país es la productividad interna del país: si tú la haces crecer tu nivel salarial crecerá, independientemente del nivel relativo de dicha productividad frente a la del resto de países.”

Y si un país contiene su nivel salarial también crecerá la productividad interna del país, ¿no?

KANTOR:

Lo que tiene relevancia para el nivel salarial de un país es la productividad interna del país: si tú la haces crecer tu nivel salarial crecerá, independientemente del nivel relativo de dicha productividad frente a la del resto de países.”

También importan los términos de intercambio, Ender. La productividad es “Producto por trabajador”. Pero “producto” es “Precio*cantidad” y el precio relativo de las cosas que producimos empeora conforme más gente las produce.

ENDER (a Lole):

Sí, pero ¿cuánto recorrido tiene esa medida?

Permíteme una pequeña digresión. Definamos Productividad (P) como el cociente entre el Valor Generado (VG) y los Gastos Operativos (GO) necesarios para generar dicho valor. Dentro de estos GO están, lógicamente, los costes fijos como los salarios.

Tenemos, entonces: P = VG / GO

En una empresa, si disminuyes los GO estás incrementando la P, está claro… éste es el “camino fácil” por el que optan muchas empresas (tanto más fácil cuanto más fácil sea despedir), pero tiene un recorrido limitado, pues llega un momento en que no puedes bajar más tus GO sin afectar gravemente al VG. El reto (y en lo que trabajamos algunos, por cierto) es en lograr incrementos del VG.

Traslademos el razonamiento a un país: aunque estos conceptos son más difusos, el principio sigue siendo válido: un país puede incrementar su P si disminuye sus “GO”… y como disminuir salarios no suele ocurrir fácilmente, esto se hace, y vaya si se hace, vía incremento del paro.
O puede incrementar su P aumentando el VG, lo que a su vez puede hacerse “movilizando factores” (capital, trabajo, tierras…) o “haciendo mejor las cosas”. Tanto las reducciones de GO como la movilización de factores suelen dar resultados espectaculares pero limitados en el tiempo. Por lo tanto el reto está en la mejora de la P vía incremento del VG “haciendo mejor las cosas”, pues es la manera de hacerlo sostenible en el tiempo.

En este punto yo distinguiría las situaciones de emergencia (como esta crisis) de las situaciones “normales”. En emergencias, un país se debería plantear la bajada de salarios como vía para aumentar productividad si no quiere incrementos alarmantes del paro. Sin embargo, como ya he dicho, no me parece una via sostenible en el tiempo… en situaciones “normales”, el reto de un país es lograr incrementos sostenidos del VG (lo que es bien difícil, pues es, en palabras de Solow via Kantor, “la medida de nuestra ignorancia”).

La importancia de una reforma laboral, particularmente para España, es por un lado:

- Evitar que los ajustes de productividad se produzcan masivamente vía incrementos del paro

- Favorecer en lo posible (no es la única tecla a tocar) el incremento sostenido del VG

No sé si te he respondido.

ENDER (a Lole):

Pero en los trabajos de poca cualificación (quizás la mayoría en este país), partiendo de que la reducción del GO tiene efectos limitados en el tiempo no cabe otra opción que aumentar el VG incrementando la duración de la jornada, cobrando lo mismo.”

Incrementar la duración de jornada no implica necesariamente aumentar el VG… de hecho, creo que España es precisamente un ejemplo de esto: en los sectores de oficina se trabajan largas jornadas reales para muy poco VG.
Y, aunque incrementar la duración de jornada aumentara el VG, ése es otro caso de “movilización de los factores”, de recorrido limitado…

CITOYEN:

La verdad es que, si me permitís, lo que normalmente entendemos en economía por productividad no es lo que dice Ender. La productividad es una relación entre tecnológica entre inputs y output (cuantos comics puedes producir con X horas de trabajo del dibujante y tantas máquinas de edición), no entre gastos e ingresos. Bajando los salarios no aumentas la productividad, reduces los costes laborales unitarios.

Variación de los salarios= variación de la productividad+variación de los costes laborales unitarios.

ENDER:

lo que normalmente entendemos en economía por productividad no es lo que dice Ender

Ya estabais tardando Kantor o tú en salir a la palestra, je, je…

Veamos: hay varias formas de definir “productividad”, y estoy de acuerdo contigo en que la más adecuada es “output por hora trabajada”, por eso Kantor responde “no” a Lole y yo estuve tentado a responderle también “no” en un primer momento. Al fin y al cabo, si yo me paso 4 de mis 8 hs de trabajo produciendo y las otras 4 perdiendo el tiempo en internet, y de repente mi empresa me reduce el sueldo a la mitad… ¿soy yo más productivo? Realmente no, pues sigo aportando el mismo VALOR a mi empresa… pero lo cierto es que le cuesto menos a mi empresa, por lo que ésta podrá vender su producto más barato, es decir, le estoy aportando más BENEFICIO… acabo de hacer a mi empresa MÁS EFICIENTE, que si bien no es exactamente MÁS PRODUCTIVA, se parece bastante en ciertos contextos.

Para la duda que tenía Lole, me pareció adecuado ampliar la definición de Productividad para tener en cuenta los costes, y creo que ha quedado claro la relación entre las distintas variables… aunque quizás ésa definición de Productividad se use más en el mundo de la empresa, y más como sinónimo de Eficiencia.

¿Seguimos siendo amigos???

CITOYEN:

Bueno, en ese caso puedes hablar de los CLU (costes laborales unitarios) que miden cuanto le cuesta a la empresa el trabajador.

Seguimos siendo amigos, recuerda que cuando yo domine el mundo necesitaré ingenieros y especialistas en recursos humanos que hagan de capataces en las minas de sal.

[...]

Continuación del debate en el blog de Jorge Galindo, “Escritos de Jorge Galindo”:


ALNAIR:

Puntualizar que ciertos negocios se consideran más productivos (Banca) que otros (fabricar automóviles) pues el primero requiere de menos gastos operativos que el segundo, apartándose del concepto de productividad que pueda tener el común de los mortales (un mediocre trabajador de banca “produce” más que un buen operario de una factoría de automóviles).
Así que otra forma de aumentar la productividad (entendida en términos económicos) es cambiar el modelo productivo, esto es, menos agricultura, industria o construcción y más servicios.

ENDER:

Es importante la diferenciación de conceptos que hago en mi anterior comentario, pues la inclusión del término “costes”, o los Gastos Operativos (GO) en la definición de productividad, nos pueden llevar a error. El comentario de Alnair, con el que no estoy de acuerdo, creo que parte de un error de concepto relacionado con esto mismo.

Veamos: la PRODUCTIVIDAD no es el objetivo. Es sólo un MEDIO para conseguir otro objetivo. Por lo tanto, todas las industrias y todos los sectores deben tratar de aumentar su productividad. Distinguir entre “negocios más productivos” y “negocios menos productivos” creo que es un error que no conduce a nada: primero, porque uno de los principios que considero básicos para una economía sana es la DIVERSIFICACIÓN, es decir, un país debe dedicarse a sectores y negocios diversos, y tratar de ser lo más productivo posible en todos ellos.

Como tú mismo, Jorge, has defendido en tu blog, el tan denostado sector turístico es un sector fundamental en la economía de este país, y debe seguir siéndolo. Y también la construcción es un sector que debe aportar una parte importante del PIB… lo único que se está pidiendo (sobre todo para la construcción) es la reducción de su excesivo peso en el PIB, y adecuarlo al de países de nuestro entorno. Pero sería absurdo que España renunciara a sectores donde tiene una ventaja comparativa con otros países, como es el turismo… y esto es independiente de que sea un sector con menos productividad que otros. Porque el objetivo es el BENEFICIO, venga de donde venga, y no la PRODUCTIVIDAD en sí misma, aunque se entiende que hacerla crecer es la mejor manera de aumentar el beneficio de forma sostenida.

En cuanto al comentario de Alnair, no estoy de acuerdo en que la banca sea más productiva que la fabricación de automóviles porque tenga menos gastos operativos, ya que eso depende del Valor Generado por uno y por otro. Se podrá decir, en todo caso, que es más EFICIENTE, porque requiere menos inputs para un output dado, pero para decir que es más productiva debería demostrarse que el Output por hora trabajada es mayor en la banca que en la fabricación de automóviles, lo que no sé si es cierto.

Lo que sí es cierto es que los sectores que tradicionalmente generan más “valor por trabajador” son precisamente las industrias pesadas tradicionales, esto es, las que requieren mucho capital, lo cual tiene toda la lógica del mundo, ej, el refino de petróleo…

Por último, esa recomendación de Alnair para aumentar la productividad abandonando sectores industriales para irnos al sector servicios es inaudita… no sólo la banca es sector servicios… también lo es el turismo, tradicionalmente sector de baja productividad.

CAMBIOSOCIALYA:

Pues me alegra que saquéis el tema de la productividad por aquí, porque también es uno de mis favoritos. Coincido en que Como queráis es un gran blog, de hecho lo tengo enlazado en el mío.

Dicho esto, mi reflexión viene por algo que me ronda la cabeza desde hace mucho tiempo, y que me gustaría comentar con vosotros, que seguro que tenéis muchos más conocimientos que yo para poder resolver mi duda, que tal vez se debe a mi falta de comprensión de este concepto básico.

Me refiero a que se me viene mucho a la cabeza el pensamiento de la relación (o posible relación) del sistema productivo, los sectores con más peso en una economía y la productividad. Lanzo la pregunta, arriesgándome a decir una barbaridad, caso en el cual espero que me corrijáis. ¿Una economía en la que prima el sector servicios…es más dada a tener una productividad más baja que otra en la que otros sectores tengan más peso? Os pongo un ejemplo cutre, pero con el que espero aclarar lo que quiero decir:

Supongamos un restaurante o un bar. Y apliquemos la definición de la productividad que dais a su actividad. Llega un momento en el cual, si su VG ya no da más de sí (cosa subjetiva, por otra parte) tampoco puede hacer mucho más con sus Gastos Operativos, si no es a costa de disminuir su VG. En el caso particular: si disminuye sus gastos, eso repercutirá en el servicio que se da, lo cual le llevará a perder productividad. Lo cual lleva a una especie de círculo vicioso, en el que la propia naturaleza de la actividad impide el incremento de la productividad. A parte de otra cosa, que no sé si influirá en el cálculo: el porcentaje de “factor ocioso” que implica el sector servicios, por ejemplo por su estacionalidad. En el mismo caso del restaurante…¿cómo afecta al cálculo de la productividad que hay momentos en los que no hay más remedio que los trabajadores no hagan nada, esperando a que lleguen clientes? Ya sé que el ejemplo puede parecer cutre o poco representativo, pero solo quería reflexionar un poco sobre estos conceptos desde un punto de vista práctico.

ENDER:

Hola, cambiosocialya.

Trato de responderte. Lo primero, léete los anteriores comentarios, donde hablamos precisamente de ese punto. Sobre tus dudas, mis reflexiones (y recuerda que no soy economista, soy ingeniero):

Productividad de una Economía según el peso de sus sectores: está claro que una economía donde predominen sectores intrínsecamente menos productivos arrojará valores agregados de productividad menores. Por suerte, eso no es lo importante. Simplificando mucho: si yo me dedico básicamente al turismo y mi país vecino se dedica básicamente a fabricar tostadoras, probablemente en valor absoluto mis valores de productividad sean menores que los suyos… sin embargo yo puedo vivir muy bien a costa de los turistas vecinos, y él puede estar jodido si no puede vender bien sus tostadoras. Compararme con él tiene poco sentido. Lo que yo tendré que hacer es ser más productivo en mi sector turístico, y él ser más productivo en su sector industria, si lo que queremos ambos es aumentar nuestro nivel salarial y por tanto nuestro nivel de vida.

Por tanto, primera conclusión relevante: lo que está relacionado con el INCREMENTO de los salarios (=nivel de vida) es el INCREMENTO de la productividad, no los valores absolutos de productividad, ni los valores relativos de unos países con otros.

En este punto entra tu segunda duda: sectores o negocios donde es condenadamente difícil lograr incrementos de productividad. Eso es lo que nos debe preocupar. Y sí, el sector turístico, y la construcción, son sectores donde variar la productividad es difícil, pues son intensivos en mano de obra y los métodos y tecnologías utilizados son, vamos a decir… cutres.

Pero aún así se puede hacer algo. Tomemos tu ejemplo del restaurante: es cierto que las medidas de reducción de los GO tienen un límite, básicamente puede ahorrar en energía eléctrica, calefacción y a/a, renegociar la compra de sus materias primas, y trabajar con el menor personal posible que no afecte al servicio ofrecido. Está claro que a partir de ahí sólo puede tratar de mejorar su VG (para no subjetivizarlo, vamos a cosiderarlo directamente como sus INGRESOS, y vamos a considerar que aumentar los precios no es una opción, para ponerlo más difícil). ¿Cómo puede un restaurante hacer esto?: haciendo que más gente coma en él. ¿Cómo? Mejorando la calidad de la comida (mejores materias primas, mejor cocinero…), diversificando el menú para adecuarlo a mayor nº de personas, estudiando lo que la gente prefiere comer, dando un trato al cliente mejor… mejorando su organización interna, de modo que no haya retrasos ni equivocaciones al servir las mesas, etc. etc. No estoy descubriendo nada nuevo: a menudo todas estas cosas que digo suponen la diferencia entre el fracaso y el éxito de un restaurante… lo cual nos lleva a otro debate interesante: la productividad está íntimamente relacionada con la calidad. Pero esto es otra historia…

ALNAIR:

Ender,
Quizás tú no estés de acuerdo conmigo, pero yo si lo estoy contigo. Más que una paradoja es que mi escueto comentario no explica suficientemente lo que quería expresar.

Parto que siempre me han sorprendido mucho las afirmaciones tales como España es un país con baja productividad, junto con otras tal que la factoría de coches de Opel española es de las más productivas de la compañía (incluidas las factorías alemanas).

Y esto es porque, como bien dices en tu comentario, la productividad de un país al final se mide en riqueza (o beneficios) generados por unidad de trabajo, y no por lo que todo el mundo entendería por productividad, esto es, que es si tu y yo hacemos zapatos y tu produces más cantidad que yo, entonces eres más productivo. Obviamente, si tú produces zapatos y yo calcetines, toda comparación de productividad (en el sentido de quien es mejor en su trabajo) tiene poco sentido.

Así, por ejemplo, se dice que Gran Bretaña tiene una mayor productividad que España, y sin embargo, en los últimos 20 años, la mayoría de sus factorías automovilísticas han tenido que cerrar por no ser competitivas (eso es, suficientemente productivas), a la par que en España se han ido abriendo más factorías.
Resumiendo, hay dos conceptos a los que llamamos productividad y que no deben confundirse. El primero, el que entiende todo el mundo, solo tiene sentido al comparar actividades similares. El segundo, de carácter economicista, quiere medir la productividad a nivel teórico como la ganancia generada por unidad de trabajo.
Si mejoramos la primera productividad, lógicamente también mejoramos la segunda. Pero se puede mejorar la segunda sin cambiar la primera.
Por ejemplo, si tengo un invernadero y contrato a 5 trabajadores con el sueldo mínimo, mi productividad será una.
Si les proporciono maquinaria para trabajar y con solo 3 trabajadores hago el mismo trabajo he mejorado la productividad en la primera acepción.

Si cambio de actividad, y en vez de un invernadero tengo un camping y 5 trabajadores (2 de limpieza, 3 recepcionistas con idiomas) y los beneficios son mayores, he aumentado la productividad en la segunda acepción, y no se puede afirmar ni negar nada sobre la productividad en la primera acepción.
En este ejemplo la primera mejora de la productividad ha disminuido el empleo (aunque si puedo vender más barato quizás pueda ampliar la producción y contratar más gente) y en el segundo se ha contratado a gente más cualificada y con mayores sueldos. Como se ve, ninguna de las dos formas tiene porqué ser mejor que la otra a priori.
Lo que sí está claro es que la primera forma de aumento de productividad tiene menos recorrido. Difícilmente se pueden aumentar los salarios de los trabajadores ya que la mejora de la productividad viene sobre todo por una mayor inversión de capital (maquinaria) y poco por una mayor capacitación del trabajador (aunque los trabajadores tengan un máster, esto no los hace más productivos en ese trabajo en concreto) y siempre habrá países con salarios más bajos que me pueden hacer la competencia ya que ellos también disponen de mano de obra suficientemente cualificada para ese trabajo.
En el segundo caso, si podré (deberé) pagar más a los trabajadores ya que su cualificación es parte importante de la productividad (si no saben idiomas no podré atender a clientes extranjeros) y hay menos países que puedan hacerme la competencia. Generaré más riqueza y por tanto se ha aumentado la productividad del país, sin que eso signifique que los trabajadores sean mejores o peores (más productivos en la primera acepción) en las tareas que desempeñan, si no que esas tareas tienen mayor valor añadido.

Espero haberme explicado mejor esta vez.

ENDER:

Sí, ahora sí estamos (más o menos) de acuerdo, je, je…

9/12/09

Crónicas limeñas: impresiones de un viaje a Perú

Acabo de regresar de un viaje de trabajo de 2 semanas en Perú. No había vuelto a Lima desde el 2004, y tenía interés en observar si estos 5 años de una cierta estabilidad política, después de Fujimori, se habían dejado notar.

Mi impresión, muy subjetiva, es de mejora. Ya en el trayecto desde el aeropuerto hasta San Isidro, durante el que uno puede observar los salvajes contrastes de una gran ciudad de un país en desarrollo, algunos detalles me sorprendieron, sobre todo un nuevo (y corto) trayecto de autopista, que promete ser de peaje, de aspecto en todo similar a la de cualquier país desarrollado. Y obra civil, mucha obra civil, a base de calles levantadas por toda la ciudad. Ya no fui testigo de una de las imágenes que más me impactaron la primera vez que visité la ciudad: la de niños de 6 o 7 años a cargo de sus hermanitos menores, pidiendo en las isletas de los semáforos, en el suelo, entre las dos calzadas repletas de vehículos y esas combis de colores que cogen y escupen viajeros de forma alocada tan características de la ciudad.
Lo que no quiere decir que los niños no sigan allí, en alguna parte.

Lo primero que advierte el primerizo cuando llega a Lima es que las casas tienen tejados planos. No hay tejados a dos aguas, salvo por adorno. Algunas de ellas, las más pobres, ni siquiera tienen tejado. Si uno es más observador, se dará cuenta también de que las calles no tienen bocas de alcantarilla. Entonces uno pregunta, ingenuo, a su interlocutor: ¿qué pasa cuando llueve?. La respuesta es la obvia: aquí no llueve. Bueno sí, me cuentan... una vez llovió. En los 70, dicen que fue. Todo lo más, un orballo a lo asturiano que apenas se percibe.

Lima es una ciudad gris, el color de la capa de nubes que casi permanentemente la cobija... "panza burro", la llaman allí, que es lo que uno ve cuando alza los ojos al cielo. Cuando sale el sol, sin embargo, algunos barrios resplandecen: San Isidro, Miraflores, San Borja, Barranco (y también el centro histórico)... pero eso es otra Lima, la Lima rica, la Lima de los pitucos, de las empresas extranjeras, de los hoteles caros, de las haciendas con seguridad privada recorriendo el barrio. Es la Lima por la que yo me muevo, la que me dicen que no abandone. Sin embargo uno es curioso, y sabe que aquello no es real, es una burbuja, un mundo protegido por un campo de fuerza que está dentro de otro que es el mundo real. Y me asomo, siquiera esporádicamente, al mundo real: Pueblo Libre, por ejemplo (con sus fantásticos museos arqueológicos, por cierto), y más hacia afuera: El Callao, y Ventanilla... allí donde mucha gente vive con 1$ al día.

Me cuentan que el Perú ha seguido creciendo, que apenas ha sufrido los efectos de la crisis (¿porque sus bancos y sistema financiero están aislados del mundo?¿Porque su nivel de pobreza le hace jugar "en otra división"...?)

Pregunto a algunos gerentes de mi empresa, peruanos todos, por la reciente evolución política del Perú. El relato que sigue, subjetivo, coloquial, chusco, no es una crónica rigurosa, no busquéis en ella el rigor histórico, sino más bien el costumbrismo de una conversación de café después de una comida. Es como sigue:

Después de los gobiernos militares apareció un joven Alan García como estrella en el firmamento: oratoria brillante, formado en el extranjero, con promesas de modernizar la economía del país sin olvidar a los más necesitados. Su gobierno, sin embargo, fue desastroso: un gasto social descontrolado, un intento de nacionalizar la banca... la economía entró en una hiperinflación escandalosa, a lo que no ayudó la escalada terrorista de Sendero Luminoso y una respuesta chapucera e indiscriminada de las Fuerzas Armadas.

Aquello propició la llegada de Fujimori al poder, que con unas políticas de choque logró sacar la economía del colapso y ponerla en el buen camino. Pero si Fujimori había llegado al poder en el 90, en el 92 ya había disuelto el Congreso. La deriva autoritaria, el autogolpe y la consecuente dictadura no impidieron, no obstante, que Fujimori fuera reelegido en el 95, y con más problemas en el 2000... hasta que él mismo "desertó" durante un viaje a Japón.

A pesar de lo negativo de esa época, me cuentan, el inefable Fujimori tuvo en su haber algo que se le debe exigir a cualquier político: no joder la economía con extraños experimentos. De hecho, los escasos dictadores que no joden sus economías para muchos años, se sirven de este hecho para legitimar su régimen (Pinochet, Franco en su última época...), apoyados generalmente por esas clases altas y medias que son las receptoras principales de estos beneficios y de otros privilegios... para las que nada importan los desheredados del país, los excluídos del tren económico... abocados estos últimos a una deriva izquierdista de la que ya nos habla nuestro compañero en Neoprogs Stanislao Maldonado, una deriva de cuyos planteamientos rancios y radicales es difícil librarse una vez que el país ha recuperado la normalidad.

Pero volvamos a nuestro relato. Pregunté a mis compañeros por qué Fujimori ganó las elecciones a Vargas Llosa, un tipo con prestigio, muy popular en el Perú... ¿sería quizá que la gente no se fiaba de la capacidad de un escritor para llevar las riendas de un país?. No fue eso, me dicen... lo que causó el rechazo de Vargas Llosa fue su discurso excesivamente "liberal", entendido en Perú como "ultraliberal": privatizaciones, liberalización de los sectores clave... demasiado radical para el electorado peruano.

Después del "affaire Fujimori" ganó las elecciones Alejandro Toledo, derrotando a un regresado Alan García. La descripción que mis compañeros peruanos hacen del tipo es casi caricaturesca: juerguista, borracho, putero... pero dotado de un fuerte encanto personal, donde radica, me dicen, el secreto de su éxito. Las anécdotas sobre su mandato son incontables. Sin embargo, hay que agradecerle, bien sea por dejadez, o por sensatez genuina, o por buen asesoramiento, que no tocara demasiadas cosas de la economía y dejara que lo que parecía ir bien, siguiera bien.

Sin embargo, el Perú no terminaba de salir de unos niveles de pobreza y de desigualdad altos incluso para la región. Perú, como otros países de la zona, es un país con regiones aisladas en selva y montaña cuya población, con fuerte presencia indígena, apenas se siente integrada en la modernización, porque la modernización tampoco cuenta con ellos. En una época en la que Venezuela, Bolivia y Ecuador comenzaban los movimientos indigenistas, populistas, con un falso discurso de izquierda, y potencialmente nocivos para el país, tenía que aparecer alguien como Ollanta Humala para reclamar su cuota de protagonismo en el reino de los Incas.

En este punto se produce uno de los hechos más sorprendentes para un observador lejano de la política de Perú, que es la aparición una vez más de un renacido Alan García, de tan infausto recuerdo, para disputarle y finalmente ganarle las elecciones a Ollanta Humala. "Renacido" a la luz de sus dos años de mandato, incluso físicamente, me cuentan, con el doble de peso y tamaño... y que no sólo no ha cometido los errores del pasado, sino que parece haber aprendido de sus prededesores a no estropear nada de lo que ya funcionaba.

Hoy, el Perú ha ralentizado, casi detenido, su crecimiento económico debido a la crisis internacional, sin embargo la percepción general es que no la está sufriendo demasiado, y sus perspectivas son volver a crecer con vigor los próximos años.

Me presentan la victora de Alan García sobre Ollanta Humala como una muestra de la sensatez del pueblo peruano que, a diferencia de sus vecinos, ha preferido "lo malo conocido" a la deriva indigenista de Ecuador, Bolivia y Venezuela.

Yo, que no creo en eso de "el pueblo peruano ha elegido", "el pueblo español ha hablado claro" y todas esas frases que interpretan los resultados de unas elecciones como si el electorado tuviera una identidad única, sino que creo que los resultados son el agregado de millones de voluntades y motivaciones individuales, no puedo dejar de notar que Ollanta Humala fue el ganador de la primera vuelta, y que si perdió la segunda, por escaso margen, seguramente fue por la mano que Alejandro Toledo le echó a Alan García conminando a sus partidarios a que no optaran por el "autoritarismo".

Pudiera ser que el pueblo peruano fuera más sensato que sus vecinos. Ahora bien, hay algo que ni Alan García ni sus predecesores parecen haber entendido: y es que mientras no integren en su crecimiento a toda la masa de probreza que existe en el país, indígena o no, el Perú no alcanzará el nivel de los países desarrollados, y el peligro de los Ollanta Humalla seguirá existiendo, y no se les podrá culpar por ello.

Un país que cuenta con uno de los índices más bajos del mundo en comprensión lectora, por ejemplo, tendrá muy difícil hacer sostenible la mejora económica, multiplicarla y hacerse un hueco entre los países desarrollados.

Hay que comprender, y es sólo un ejemplo que se replica en muchos países de Latinoamérica, lo que entiende por mejora económica cierta sociedad limeña: como un beneficio y una necesidad para el país, sí, pero en la medida que sirve a su propio bienestar, sin ninguna preocupación por la necesidad de disminuir la desigualdad. Para esta sociedad, los cholos son poco más que un animal molesto al que hay que esquivar por las calles... gente a la que pagas unos soles para que te aparquen y vigilen el coche, para que te empaqueten la compra y te suban las bolsas a casa, para que se ocupen de todas las tareas domésticas por el sueldo mínimo, para que te pongan gasolina, te limpien los cristales, te revisen los niveles y te vayan a la tienda a por tabaco, y así tú no pierdas el tiempo ni te manches las manos. "Menudo nivel de vida disfrutamos aquí", me espetó un ejemplar característico de la sociedad pituca de San Isidro, y no me extraña que lo crea así, con tanto personal dispuesto a servir sin rechistar a tus menores deseos.

¿Estarán dispuestos este tipo de peruanos a ceder parte de sus privilegios en aras de la mejora económica global? ¿Entenderán que la mejora económica, o llega en mayor o menor medida a todo el mundo, o no llegará? Con esta gran masa de excluidos de la modernidad, que no cuentan para nadie, ¿alguien se puede sorprender de que los Chávez y los Evo terminen ganando las elecciones?

¿A quién hay que culpar si Ollanta Humala termina ganando las del Perú? Seguramente, no será a la "irresponsabilidad del pueblo peruano".


ACTUALIZACIÓN  31/12/09: Interesante artículo del expresidente de Bolivia Carlos Mesa, que hace un repaso de los últimos acontecimientos de la región...

11/11/09

Educación vs. Riqueza y Educación vs. Democracia

Os enlazo los dos artículos del profesor Edward L. Glaeser de Harvard que complementan el que escribió hace unas semanas sobre Argentina, al que me referí aquí.

I.- Educación y crecimiento económico

En el primero de ellos, Glaeser profundiza en su tesis sobre la fuerte capacidad predictiva que los niveles de educación pasados de un país parecen tener sobre su nivel de riqueza actual.

A pesar de las dudas y objeciones que tanto yo como Demócrito habíamos planteado, es interesante que leáis el artículo porque Glaeser, a pesar de reconocer que la correlación podría ser espúrea, afirma que según sus investigaciones "la mayor parte de la evidencia sostiene dicha interpretación mejor que cualquier otra alternativa obvia"

Me vais a permitir una digresión sobre esa frase en negrita, cuya utilización por parte de Glaeser no creo que sea casual: es uno de los recursos que se usan en ciencia para considerar una explicación como posible, cuando hay que elegir entre varias que tienen todas un fuerte grado de incertidumbre: elegir la mejor explicación de que se dispone, la que más cosas explica, aunque no sea del todo satisfactoria. Se ha utilizado, y perdón por extenderme en el off-topic, por ejemplo en la búsqueda de causas que expliquen el Cambio Climático, y parece que algún negacionista no entiende bien lo que esto significa. Es obvio que Glaeser conoce la fuerza de dicho recurso, ahora sólo hace falta que lo que afirma sea cierto (es decir, que realmente no hay una interpretación mejor...).

Bien, volvamos al tema. Glaeser nos ofrece a continuación una explicación de cuál puede ser la causa de que dicha correlación se observe tan claramente cuando comparas entre países, pero no es tan fuerte cuando comparas entre individuos dentro de un mismo país. Su explicación son las "externalidades del capital humano": una persona formada provoca que la formación de sus vecinos también aumente, aumentando la productividad del conjunto. Esto genera un "multiplicador social" que hace que el efecto de la educación se observe mucho más fuertemente a niveles agregados que a niveles individuales.

A pesar del interés del artículo, conste en acta que las objeciones de Demócrito siguen siendo válidas.

II.- Educación y calidad de la democracia

En el segundo de los artículos de Glaeser, éste profundiza en uno de los "pasos intermedios" que servirían para explicar la fuerte relación entre educación y riqueza, como es la a su vez fuerte relación entre educación y calidad de la democracia.

Ya desde el primer párrafo Glaeser da la razón a Tomás Eloy Martínez, que en el artículo que enlacé aquí, culpaba a los sucesivos golpes militares del retraso argentino en la segunda mitad del siglo XX... a su vez, también da la razón a Demócrito en cuanto a que dicho retraso se percibe ya a partir de la década de los 30 (cuando Argentina deja de ser una república estable), y no es simplemente achacable a los últimos 40 años.

La tesis principal del autor a la hora de explicar la relación entre educación y democracia es la mayor capacidad que tienen los ciudadanos formados para organizarse y trabajar (incluso combatir) cooperativamente.

Espero que los enlaces sean de vuestro interés.

30/10/09

Algunos enlaces sobre Argentina

Para seguir completando nuestra serie sobre Argentina, os enlazo varios artículos en los que se tratan los mismos temas que estamos analizando Demo y yo, y alguno más. Son los siguientes:

"Doscientos años de soledad", de Tomás Eloy Martínez.
  • Se hace un esbozo del peronismo, y comienza a explicar las miserias del sistema político argentino. Uno de los ejemplos que nos muestra el articulista es la sustitución de funcionarios y cuadros medios del gobierno saliente por otros, puestos por el gobierno entrante, por afinidad y no por méritos, lo que destruye sistemáticamente las buenas prácticas e impide construir sobre lo anterior.
  • Se menciona la tendencia, desde ya poco después de su emancipación de la corona española, a llamar a los militares para que pongan orden... lo que propició las dictaduras a las que el autor hace principales responsables de la desastrosa 2ª mitad del s. XX del país.
  • También habla de educación, de ésos niños a los que se les enseña que viven en un país grande acechado por desgracias de las que no es responsable... y de la cada vez mayor influencia, perniciosa, de la Iglesia...
  • Y de trenes!!! Se habla de trenes, lo que sin lugar a dudas hará feliz a Egócrata.
"Un sistema político agotado y caduco", de Soledad Gallego Díaz.
  • Se centra sobre todo en ese peculiar sistema político que alberga en su interior a los "antisistema", como el propio peronismo.
  • Nos cuenta cómo, después del caos de años recientes, debe de ser el único país del mundo en el que las clases medias desconfían del capitalismo.
"En busca de un modelo creíble", de Alejandro Rebossio.
  • Con opiniones de economistas y antiguos ministros de economía, sobre por dónde se debería tirar.
  • Cita una de las peculiaridades del país: la enorme cantidad de ahorros que los argentinos mantienen fuera del país, por desconfianza en el modelo.
Hay dos ideas de sobrevuelan todos estos artículos:
  • La tendencia de los argentinos a creerse mucho más de lo que son. A poner sus aspiraciones demasiado arriba, demasiado alejadas de su situación real. Cuando no reconoces que no eres la cola del león, que ahora mismo no eres ni siquiera la cabeza del ratón, es difícil dar pasos firmes para salir del agujero. Cualquier éxito parcial o coyuntural hace olvidar a los argentinos sus males estructurales.
  • La tendencia, no menos perniciosa, de echar la culpa a otros de las miserias propias.

26/10/09

El caso Argentina


   Argentina es un misterio. O eso al menos quieren creer muchos argentinos, asombrados de que su país, extenso, rico en recursos naturales, origen de las minas* más lindas del mundo, sea ahora relativamente más pobre de lo que fuera en 1910. Un país cuyo siglo XX se ha visto asolado por golpes de estado, por dictaduras militares, por represiones, por la corrupción sistemática, por hiperinflaciones, por corralitos, por Menem y por la cumbia*. A veces, con el gesto cansado, el argentino responde amargamente: “Argentina es maravillosa, lo único malo es que está llena de argentinos”. Os cuelgo un vídeo que puede dar una idea del asunto.






   Yo no creo tan incomprensible el misterio, o no más que el debido al tratar de comprender las obras humanas. Oyendo al argentino medio uno se barrunta que enfrenta el asunto de una forma como ésta: “Pero cómo así. Somos blancos, no bolitas cabezas negras. Tenemos premios Nobel, Jorge Luis Borges, la calle más ancha del mundo, Gardel, el dulce de leche, la pampa, el asado y Maradona. Inventamos la birome, el by-pass coronario, las huellas digitales y los colectivos. Fuimos el granero del mundo y ahora importamos trigo. Acá venían esos gallegos pelotudos porque allá no había con qué, y ahora somos nosotros los que tenemos que devolver la visita. ¿Qué se jodió? ¿Quién nos fundió el país?” Uno, que lo ve todo de cerca y de lejos, no cree que nada tenga que ver una cosa con la otra. Quizá por ser español estas desgracias no lo pillan a uno por sorpresa.

   Nos ofrecía Ender hace unos días una reflexión alrededor de un artículo que escribió respecto al misterio argentino el profesor Edward Glaeser, de Harvard. En él, y con más detalle en un paper escrito junto con Filipe Campante, Glaeser determina como factor más explicativo para el limitado desarrollo de Argentina  en el último siglo el capital humano, especialmente lo referido a la educación. Lo desarrolla mediante una comparación entre la posición económica, educacional y demográficas relativas de Chicago y Buenos Aires en 1910 y actualmente. Comentándolo con argentinos la reacción fue de incredulidad. A Argentina se le pueden echar en cara muchas cosas, pero no su nivel educativo, al menos comparado con su entorno. “Podés decir que la corrupción, que son todos unos chorros, que cada uno va por su lado, que el que no llora no mama y el que no afana es un gil, pero tenés ingenieros trabajando de taxistas y abogados paseando perros. Por ahí no”

   Desde otra perspectiva, yo tampoco estoy de acuerdo con las conclusiones de Glaeser. Por dos motivos principales: porque intenta trazar correlaciones tomando los valores en dos puntos temporales, sin tener demasiado en cuenta la dinámica de procesos relacionados a lo largo de un siglo. En segundo lugar, porque creo que olvida algunas variables importantes a la hora de explicar el desarrollo económico del país. Toma en cuenta el PIB per cápita, pero no la distribución de la riqueza, por ejemplo. También minimiza el efecto del reparto relativo de cada uno de los sectores económicos, que son una variable utilizada comúnmente para describir la modernización económica. De igual forma toma como índice de inestabilidad política el de Marshall y Jagers, que se centra en crisis institucionales y grandes conflictos, pero no hace intervenir índice alguno que de cuenta de la corrupción sistémica y otros elementos de inseguridad institucional de baja intensidad.

   De hecho, en el mismo paper de Glaeser puede verse una gráfica donde sueldos y PIB per cápita se separan en el tiempo mientras que el nivel educativo, medido como índice de alfabetización, va cerrándose. Glaeser no da una explicación satisfactoria a este hecho. He realizado una gráfica comparativa superponiendo la evolución de la alfabetización en Argentina en comparación con la de tres países europeos descriptivos: Reino Unido, Italia y España. La gráfica base y los datos están extraídos de Tortella, G. y Flora, P. (1983-1987), State, Economy and Society in Western Europe 1815-1975 y de Campobassi, Carlos Alberto: El analfabetismo en la República Argentina. Podemos hacer lo mismo con el PIB per cápita para hacer la comparación pertinente con datos extraídos de Maddison: Maddison, Angus. Historical Statistics for the World Economy:  1-2006 AD que son los utilizados por Glaeser. El resultado es que mientras la línea de alfabetización argentina es convergente con los países comparados, la de PIB per cápita es divergente con los dos países más ricos, Reino Unido e Italia, y convergente con España que era más pobre y menos alfabetizada.








   De esta forma, la elevada correlación que extrae Glaeser entre educación (como nivel de alfabetización) y PIB per cápita para 1910 sería muy superior a la que ofrecería en 1950, por ejemplo. Esto no significa que la educación no sea un factor a tener en cuenta en el desarrollo económico de un país, pero sí que, en mi opinión, existen otros que probablemente tengan un mayor peso causal, al menos antes de la tercera revolución industrial. De todas formas los factores a estudiar, como en cualquier sistema social, interactúan y se retroalimentan, por lo que no me parece aconsejable ofrecer explicaciones excesivamente centradas en una sola variable.

   Como esto se está haciendo largo, dejaré para la próxima entrada el desarrollo de mi propia hipótesis explicativa del limitado desarrollo de la economía Argentina en el S. XX.


* A continuación ofrezco un pequeño glosario porteño-español:
   Mina: chica, mujer joven.
   Cumbia: música argentina de origen popular.
   Bolita: término despectivo para denominar a los naturales de bolivia.
   Cabeza negra: término despectivo para denominar a una persona de origen indio o   mestizo. También utilizado para referirse a personas pobres o marginales.
   Birome: bolígrafo, así denominado por los hermanos Laszlo y George Biro, inmigrantes húngaros que vivieron y comercializaron su invento en Argentina.
   Jorge Luis Borges: Dios.
   Gallego: español. Se dice también de la persona tozuda, tosca o tarda.

20/10/09

¿Cuál es el jodido problema de Argentina?

... pues a juzgar por lo que dice un profesor de Economía de Harvard, su problema es la educación.

Para cualquiera de los que conocemos y amamos ese hermoso país, es sobradamente conocido hasta qué punto el país es un desastre, su clase política una desgracia y sus instituciones y sistema político parecen diseñados para mantener al país en la esclerosis y multiplicar la corrupción.

No obstante lo cual, la conclusión de Edward L. Glaeser (por cierto, el artículo me ha llegado a través del blog de Pedro Linares) no ha dejado de sorprenderme, pues siempre he considerado que el país mantenía un nivel educativo razonablemente alto y desde luego superior al de sus vecinos más cercanos.

Os recomiendo que os leáis el artículo de Glaeser en el New York Times, porque es cortito y porque vamos a comentarlo (sí, hoy toca comentario de textos).

El artículo tiene muchos puntos dignos de comentario, e incluso de crítica, porque para aceptar sus conclusiones uno tiene que aceptar que correlación implica causalidad o suponer que el autor ha hecho un trabajo más profundo que justifica sus conclusiones, pero que no le da tiempo a mostrar en tan corto artículo. Vamos a dar por hecho que es así.

La tesis del autor es muy interesante. Muestra una primera gráfica, que reproduzco aquí, donde correlaciona el PIB de varios países en 1909 y en 2000 (aceptemos que los valores son correctos y el pequeño detalle de que la gráfica no incluye más que unos pocos países):



Algo que podemos tratar de dilucidar (también es la intención del autor) es si uno puede sacar ventaja de su posición de partida, es decir, si los que parten de un PIB alto tienen más posibilidades de mantenerlo un siglo después y viceversa. Aunque de la gráfica se puede concluir que existe una cierta correlación, ésta no es demasiado fuerte, o lo que es lo mismo: lo es para un grupo de países, pero hay bastantes excepciones. Entre los que sí se cumple la hipótesis está el grupo de países "desarrollados": Suiza, Dinamarca, Holanda, Bélgica, Alemania, Austria...

Lo más interesante, sin embargo, es fijarse en los que no cumplen. Hay un grupo de países que estaban mal y un siglo después están peor (India, Filipinas, Indonesia, Perú, Sri Lanka...). Otro grupo de países no estaban muy bien pero han remontado su posición: brillantemente Taiwan, Japón y Noruega; de modo más modesto Portugal, España e Italia, quedando en estado intermedio Finlandia.

Pero lo auténticamente relevante, lo que se puede considerar excepcional, es el caso (positivo) de Noruega y el caso (patéticamente negativo) de Argentina (aunque también Uruguay y Chile son bastante negativos).

Fijáos que a principios de siglo Argentina sólo era superada en riqueza por un grupito pequeño de países (tirad una línea vertical que pase por "Argentina"). En el 2000, sin embargo (tirad ahora una línea horizontal) se ha quedado en el furgón de cola junto a México y Venezuela, a los que antes superaba de lejos, y mucho más cerca del grupo de países en desarrollo que del grupo de los desarrollados a los que tanto dice parecerse.

Obviamente, lo que haya ocurrido en el transcurso del siglo XX es lo que explica la evolución que ha tenido cada país y la dispersión que muestra la gráfica, y cada caso es digno de un "análisis de causas" interesante. Todo esto lo obvia el autor, que se centra en el caso de Argentina y trata de buscar la explicación ofreciéndonos una comparación entre Buenos Aires y Chicago y su diferente evolución económica. Cuando el autor busca las causas de este comportamiento tan diferente de ambas ciudades, su tesis es que la menor evolución en el nivel educativo de Buenos Aires (y por extensión, de todo el país) es lo que contribuyó a su progresivo estancamiento y retraso durante la 2ª mitad del siglo XX.

Una vez más nos pueden surgir dudas sobre la metodología del autor: la comparación entre Buenos Aires y Chicago puede ser pertinente, incluso brillante, pero ¿cómo sabemos si sus conclusiones son relevantes? ¿no pueden haber influido otros factores en la diferente evolución? De nuevo nos tenemos que fiar de que el autor ha hecho bien su trabajo y dispone de más información (de hecho tiene algún paper publicado sobre el tema y promete insistir en un futuro artículo).

Fijáos, de todas formas, en esta segunda gráfica de Glaeser, que utiliza para apoyar su conclusión de que ninguna variable explica mejor el éxito de ciertos países en el 2000 que la inversión en educación. Según el autor, ésto no se debe sólo a la relación entre escolarización y tecnología, sino, lo que es mucho más relevante en el caso de Argentina, por la relación entre educación y buen funcionamiento de la democracia.

La gráfica es la siguiente:



En este caso, la correlación parece mucho más fuerte que en el anterior, pero cuidado, porque aquí el autor utiliza una escala logarítmica para el PIB que de algún modo "aproxima" los valores de PIB... es lo malo de guiarse por impresiones ópticas y no disponer de los valores estadísticos que caracterízan la correlación.

No obstante, también a esta gráfica se le puede sacar punta:

  • Hay países, como Perú, Colombia, Argentina, Holanda, Suecia, UK... que se puede decir que su riqueza, mucha o poca, está claramente correlacionada con su inversión en educación. 
  • Hay países que están incluso mejor de lo que su inversión en educación prometía, como Venezuela, Portugal o Italia, y también Chile y España.
  • ... Y países que parecen estar peor de lo esperado, como EEUU y Canadá. Sobre este punto se puede abrir una discusión interesante: ¿hay un nivel umbral en la inversión en educación a partir del cual ésta ya no tiene influencia en la riqueza?

Aparte de todo esto, dejo a la reflexión del lector algún otro caso interesante, por ejemplo:

  • Conclusiones parecidas a las de Argentina se podrían tener para Chile y Uruguay: no eran tan ricos como Argentina (sobre todo Chile), pero eran ricos... y se han quedado también muy retrasados (el que menos, precisamente Chile). 
  • El caso de Noruega es espectacular: tirad una línea vertical por Noruega en la primera gráfica, y comparad su evolución con países que partían de PIB similares, como Finlandia, España o Italia. ¿Es el petróleo Noruego el que lo explica?. Antes de llegar a la ligera a esta conclusión, amigo lector, sugiero observar el caso de Venezuela, México y Gran Bretaña, también con petróleo. Y comparar con países exitosos sin petróleo como Japón o Taiwan (o España, por qué no). Y luego irse a la segunda gráfica y ver cómo estaban en educación todos estos países.
En definitiva, un artículo sugerente que nos ofrece unos gráficos que me han llevado a un par de reflexiones lúdicas que me apetecía compartir con vosotros.

No obstante, el caso de Argentina es tan peculiar, que aunque la tesis "educativa" de Glaeser fuera cierta, aún quedaría mucho por explicar (estas preguntas son de nota, para los expertos que nos leen):
  • ¿Por qué el sistema político del que Argentina se ha dotado no permite el ascenso de políticos medianamente honestos y eficaces, y los que aparecen, son engullidos por el sistema?
  • ¿Cuáles son las raices de la aparición y aparente eternidad del peronismo y del peculiar bipartidismo del país?
  • ¿Cuál es la influencia de la geografía física y económica del país, casi un continente, con un puñado de ciudades modernas y una extensión inmensa (y hermosísima) de tierras salvajes y casi desiertas?
  • ¿Apostó Argentina en exceso por los "bienes de la tierra", como el grano y la carne de vacuno, y después el petróleo y el gas, sin aprovechar sus recursos para crear industria y un tejido productivo más flexible y diversificado?
  • ¿Cómo influyó la dictadura militar (obviamente, no como en Chile)?¿Y las brillantes ideas de Domingo Cavalho con su dolarización?¿O esto sólo son anécdotas de un problema más fundamental?
  • ¿Cómo influye en todo esto el carácter de los argentinos?¿Por qué admiran tanto a los italianos, otro país desastroso de instituciones corruptas (aunque con un tejido industrial bien asentado y una sociedad que avanza en cierto modo al margen de su sistema político)...?
Para finalizar, parafraseo al comentarista deportivo John Carlin (inglés, por cierto), que afirmaba recientemente que el hecho de tener a Maradona en un pedestal, una especie de dios digno de ser admirado e imitado, es la mejor muestra de la decadencia de una sociedad. Lo digo con tristeza, pensando en los buenos amigos que tratan de sobrevivir y sacar adelante aquel país...

30/9/09

Algunas notas epistemológicas: Nassim Taleb, la economía académica y el advenimiento de las crisis…

I.- Un posicionamiento de partida: nuestro entorno social es complejo, sometido a una incertidumbre fundamental que no es fácil de modelizar.

Mis dos recientes entradas sobre el estado de la Macroeconomía (más bien, enlaces a otros blogs que hablan sobre el tema), así como alguno de los comentarios recibidos, me han decidido a meterme de cabeza en un charco y escribir unas líneas sobre epistemología de la ciencia económica (si bien mi pensamiento sobre el tema está “on going” desde hace un tiempo…). Como no me considero especialmente dotado para ello, usaré varias ideas de un libro que me ha servido de lectura de verano, “El Cisne Negro”, de Nassim N. Taleb, del que hago en esta entrada una pequeña revisión muy personal, describiendo lo que me gusta y lo que no me gusta de las ideas que contiene.

Dadas las actuales circunstancias (debacle económica más o menos repentina), el libro se ha puesto muy de moda, ya que trata precisamente de dichos acontecimientos sociales inesperados (=cisnes negros).

Es una lectura que he podido disfrutar y padecer… Disfrutar, porque presenta varias ideas interesantes, que han demostrado su pertinencia después de la actual crisis, y que particularmente me interesan mucho. Padecer, porque el libro es excesivamente largo y repetitivo, el estilo del autor es confuso en el fondo y antipático en las formas, y porque las batallas personales del autor así como algunas conclusiones un tanto excesivas de su “filosofía” me llevaron al enfado en algunos momentos. Para leer una reseña muy buena del libro, podéis pinchar éste enlace .

Nassim Taleb trabajó de “quant” especializado en derivados para varias firmas punteras de Wall Street. En el crack bursátil de 1987, vio como muchos compañeros arruinaban a sus clientes y perdían su trabajo, mientras él, utilizando sus particulares métodos, se enriquecía lo suficiente como para retirarse y dedicarse a escribir libros y explicar su filosofía.

Ante todo hay que decir que el libro es un libelo . No tengo nada en contra, pero a un libelo se le debe exigir que sea breve. Este libro no lo es. Taleb mezcla sus teorías con ataques furibundos a varios grupos:

• La economía académica. Particularmente la aplicación de modelos matemáticos para describir la realidad, que él particulariza en los trabajos de Samuelson, Friedman, Arrow, Debreu…
• El banco sueco que concede los Nobel de Economía, que Taleb aboga por suprimir.
• Los padres del análisis cuantitativo en finanzas (Markowitz, Merton, Scholes…)
• Los estadísticos.
• … y algún otro que se me olvida, siempre ligado a algún tipo de establishment.

Y son ataques destemplados, a menudo ad-hominem. Uno tiene que hacer un esfuerzo para esquivar la ensalada de palos y entresacar las ideas de Taleb, que yo resumo a continuación:

1) Vivimos en dos mundos diferentes:
En uno de ellos (Mediocristán, en la terminología de Taleb), las relaciones son lineales (vamos, que funciona la regla de tres simple…), se puede extrapolar y predecir, los fenómenos quedan bien descritos por la curva de la campana (de Gauss), son de aplicación modelos matemáticos y estadísticos convencionales, funciona el “azar de casino”, esto es, son de aplicación las leyes conocidas de la probabilidad, no ocurren acontecimientos imprevistos y/o catastróficos…
En el otro (Extremistán), no aplica la linealidad, los fenómenos no responden a la campana de Gauss, es un mundo complejo, caótico, supone un nivel o capa de incertidumbre adicional a las conocidas leyes del azar, es impredecible por definición, y por tanto propenso a cisnes negros (=acontecimientos de probabilidad imposible de calcular, aunque se les supone muy improbables, pero de impacto trascendental).

2) Existe un grave riesgo de aplicar las leyes del primero al segundo de los mundos, particularmente en el mundillo de la bolsa y las finanzas.

3) El objeto de estudio de las ciencias sociales está en Extremistán. La Economía (y en menor medida la Sociología) se han empeñado en creer que el objeto de su estudio está en Mediocristán.

4) Esto no se hace sólo por error o desconocimiento, sino que a menudo es deliberado (Taleb culpa de ello a los economistas académicos y al comité Nobel), y no sólo produce una disciplina cuya acumulación de conocimiento es irrelevante, sino que a menudo conduce a la catástrofe.

Estos puntos le hacen a Taleb simpatizar con corrientes económicas fuera de la ortodoxia, como los post-keynesianos (Paul Davidson, Hyman Minsky... aunque Taleb cita a algún otro) o la economía austríaca de Hayek. Ya comentaré en el apartado IV de mi escrito lo chusco que esto me parece…

En la última parte del libro, Taleb nos introduce, aunque muy por encima, la “aleatoriedad mandelbrotiana” (por el matemático Benôit Mandelbrot, creador de los “objetos fractales”) como el mecanismo adecuado para entender y tratar ese “segundo nivel de incertidumbre” no tratable mediante las leyes habituales de la probabilidad. Esta es la parte en mi opinión que presenta un mayor recorrido y sobre la que merece la pena indagar un poco más (hoy por hoy sigue siendo un campo abierto de investigación matemática), pero aquí Taleb decepciona, porque no profundiza en la aplicación de los objetos fractales a la incertidumbre y a las finanzas y apenas ofrece nociones muy superficiales de por dónde pueden ir los tiros.

II.- Influencia del trabajo de Kanehman y Tversky

En definitiva, Taleb se autodefine como un empirista-escéptico, y nos alerta sobre la excesiva tendencia humana a teorizar, a la narración, a buscar causas en todos los fenómenos (particularmente después de que hayan ocurrido, aunque no pudieran ser previstos), a la excesiva confianza en la información histórica (series temporales de datos, pero también en la Historia con mayúsculas), a la tendencia a crear modelos mentales (y plasmarlos en modelos matemáticos…), y la dificultad que tenemos, probablemente favorecida por la selección natural, a mensurar las probabilidades de los fenómenos (somos mejores “haciendo cosas” que “comprendiendo nuestro entorno”).

En esto se basa en los trabajos pioneros de Kanehman y Tversky sobre el comportamiento humano y la toma de decisiones en entornos complejos, que llevó al primero a recibir un Nobel de Economía a pesar de ser psicólogo, debido a que pusieron los cimientos de la llamada “economía del comportamiento” que, primero fue ignorada por los economistas, luego empezó a atraer a algunos (ver, por ejemplo, el éxito del libro “Animal Spirits” de Akerlof y Shiller sobre las burbujas) y que después de la actual crisis ha recibido un buen espaldarazo.

Como empirista-escéptico, Taleb aboga en las ciencias sociales por el empirismo puro y duro y la metodología de prueba y error, en contra de un cuerpo de conocimientos consensuado y mantenido por un mainstream académico. Pone el ejemplo de la medicina medieval, donde la “medicina oficial” mataba mucho más que las propias enfermedades, y donde los únicos que salvaban vidas eran al parecer un pequeño grupo de médicos empiristas, que aplicaban a sus pacientes sólo los métodos que habían comprobado que funcionaban.

III.- Sympathy for the devil…

Cualquiera que haya leído mis anteriores entradas sobre economía, o los debates con Citoyen, sabrá que defiendo la idea de que la economía y el resto de ciencias sociales tienen muy difícil la aplicación del método científico en toda su extensión y, en los casos en que sí pueden aplicarlo, a menudo lo hacen sin el suficiente rigor, tomando atajos o, en lo que se refiere al uso de las matemáticas, tomando la modelización matemática como garantía de “cientificidad”.

Por lo tanto, es lógico que sienta simpatía por muchas de las ideas de Taleb, y considere esencialmente acertados muchos de los aspectos que defiende, por ejemplo:

• La existencia de “Extremistán”, un mundo que no se rige por las meras reglas de la probabilidad, un mundo complejo, incierto y a menudo impredecible.

• La dudosa utilización que el mainstream macroeconómico hace de los modelos teóricos, perfectamente construidos formalmente, pero que fallan en las premisas de partida y, por lo tanto, de dudosa utilidad práctica (se guían por criterios de belleza formal y no por criterios de utilidad). Entresaco un pasaje de este enlace (donde se describe duramente el proceso de construcción del establishment económico), que resume esta postura:

“The presuppositions could be as implausible as the economist wished, the “hard core” was invulnerable to criticism, and no realism was required, as long as the modeling was sophisticated.”

• Lo engañosa y peligrosa que puede ser la falsa seguridad en el manejo de la incertidumbre, la ilusión de control sobre los riesgos.

• Esa especie de obsesión de la Economía, que yo achaco a un cierto complejo de inferioridad, de diferenciarse del resto de ciencias sociales y parecerse a las ciencias duras, como la Física, eligiendo para ello exclusivamente el camino de la matematización, en lo que a menudo no resulta más que en una “apariencia de ciencia”. Os adjunto unos pasajes de una profunda entrevista a Bill Janeway, economista y director de una firma de inversión de Wall Street, que son muy ilustrativos:

"The IRA: But doesn't this certainty about the ability of science and mathematics to reveal truth go back to WWII and the Whiz Kids of McNamara's Pentagon? Then we see the emergence of physics as the real leader of 20th Century scientific research. Finally, in the latter decades of the century physics is applied to finance.
Janeway: Yes, but here is the problem. Real scientists tend to be much more skeptical about their data and their models, and thus tend to be critical empiricists. We can blame the crisis on failed physicists; they had all of the math but none of the instincts of good scientists that would enable them to be good physicists."


• El agudo y profundo rechazo, tanto psicológico como social, que las personas sentimos a decir “no lo sé”.

• La tendencia humana a sobrestimar las probabilidades de ciertos acontecimientos, como los ataques terroristas, un accidente de avión, ganar a la lotería… mientras que subestimamos insensatamente otros que tienen más probabilidades de suceder (aunque no es posible calcular dicha probabilidad), como un crack bursátil, que el gestor de nuestra cartera de valores la pifie, que nos quedemos sin trabajo o que el precio de nuestra vivienda se desplome.

• Que el mundo de la bolsa y las finanzas es un campo de juego donde se ponen especialmente de manifiesto todos estos problemas, con resultados a menudo catastróficos.

IV.- … ma non troppo

A pesar de lo anterior, hay puntos en mi opinión en los que Taleb se pasa de frenada, mezcla churras con merinas y se enreda en una ensalada mental o, si él no la tiene, te la termina provocando a ti.

No voy ni a mencionar algunas insinuaciones de Taleb en las que pretende extender su filosofía a las ciencias naturales, aunque lo hace con la boca pequeña, porque creo que ahí saca los pies del tiesto. Lo que sí está claro es su convencimiento de que la única manera de adquirir conocimiento en las ciencias sociales es mediante el empirismo escéptico, el método prueba-error y la aplicación práctica de únicamente “lo que funciona”.

El empirismo-escéptico probablemente es una buena guía de actuación para un quant de Wall-Street, pero a mi me parece una especie de aceptación de la derrota sobre el conocimiento, una renuncia a intentar lograr un conocimiento superior sobre cualquier disciplina, cosa a la que (yo al menos) no quiero renunciar tampoco en lo que respecta a las ciencias sociales.

Puede que en el estado de conocimientos de la medicina medieval el método de prueba y error funcionara, o puede que el auténtico estado de conocimiento actual de la Economía sea equivalente al de la medicina medieval (al menos Taleb así lo piensa), pero desde luego la medicina no ha alcanzado el nivel que tiene ahora exclusivamente con dicho método: la guía de una buena teoría sigue siendo necesaria para afianzar el conocimiento, y en cualquier caso, creo que forma parte de nuestros procesos mentales la tendencia a teorizar y a tratar de entender el mundo a través de modelos y paradigmas. Como los propios Kanehman y Tverski descubrieron en sus experimentos, lo difícil es lo contrario, es decir, hay que hacer un esfuerzo para no teorizar, no buscar una causa y una estructura en cada acontecimiento observado.

No sé si tiene sentido discutir si esto es bueno, o malo como piensa Taleb: sencillamente es así como funciona nuestro cerebro. Una vez más, para mi la clave es el contraste empírico: es el verdadero filtro para cualquier teoría o modelo, y todas aquellas disciplinas que no disponen de un laboratorio y que tienen difícil el contraste empírico de sus modelos, no por ello deben renunciar a que la realidad, y sólo la realidad, es el verdadero juez del conocimiento que pretenden atesorar. Una vez en este punto, uno debe ser honesto y reconocer los límites de dicho conocimiento.

Uno de los puntos que se le pueden criticar a Taleb es la sensación que transmite de que los métodos estadísticos son erróneos per se. Ciertamente la Estadística se presta a la manipulación falaz de los datos y a la extracción de conclusiones sin fundamento, pero esto no es culpa de la Estadística ni de sus técnicas, sino de los que la aplican con desconocimiento (periodistas, políticos…) o con malas intenciones (políticos, economistas…)

Lo mismo se podría decir de la matematización: no es lo mismo los que inician el camino y elaboran las herramientas básicas que los que posteriormente (mal) aplican y extienden dicho paradigma. Por eso se podría considerar excesivo el “yo acuso” de Taleb hacia Samuelson, Arrow, Debreu, etc. como responsables de la deriva que nos ha llevado al actual colapso. Sobre este punto, no obstante, recurro otra vez a Bill Janeway, pues mi opinión es muy parecida a la suya:

"Janeway: Samuelson laid down a fundamental philosophical principle, namely that we have to apply to economics what is known as the ergodic principle from the natural sciences, which is the notion that the underlying processes are stationary, the results, the observables they generate arrive stochastically, seemingly randomly, but the distribution is stable over time. Without that principle, we cannot do "positive economics." Now, interestingly, Milton Friedman, the other philosophical father of financial economics, came together with Samuelson on this principle applied to the "real world." Friedman, in his essay on positive economics, says basically that we all know that the assumptions we are making are not true. This is not how people really are, perfectly rational, etc., etc. But Friedman proposed the "as if" principle, namely that we should do our work "as if" they were, as if people were rational.
[…]
The IRA: So we can blame the entire mess on Milton Friedman? Did he and Samuelson, two of the most towering figures in the economics profession, open the door to the biggest financial disaster in the history of the market economies?
Janeway: No, but those who followed their work clearly took it too far in terms of practical applications. We will see mathematical models applied to cases where we have inefficient markets, where we posit that people are reasonably rational, that they try to make good decision with inadequate data or incomplete models. I think that most people are rational or try to be, and that accordingly we should treat them as generally rational because they are doing the best that they can. And therefore, they will actually behave in ways that are described by people like John Maynard Keynes and Ben Graham.
[…]
Janeway: One of the great thinkers and great men of the last half of the 20th Century who, like Samuelson, is still alive, is Ken Arrow. The Arrow-Debreu general equilibrium mathematical construction was one of the precursors to the current mess. If only we had hung it up on the wall and contemplated it as an aesthetic object, and never led people down this terrible path towards trying to make it operational. This notion that "if" markets were complete and efficient; "if" we had the infinite array of contingent securities so that we could at one point in time hedge every possible event, we'd have complete closure, everything would close.
The IRA: It's called absolute zero in physics, the end of molecular motion. It implies the end of days and, thus, is hopefully only a theoretical possibility. That's why my partner Dennis Santiago and I prefer Minsky and scientific notions like entropy to describe market behavior.
Janeway: Exactly. Reaching general equilibrium implies that we have extracted ourselves from historical time and that we are frozen in stasis. We had done one trade that was good forever. And remember that the math is beautiful. The practical effect is catastrophic. And that is the catastrophe you are talking about. Because as we build layer upon layer of derivatives, what we were doing was pursuing Ken Arrow's challenge. These are not bad people, they have simply been chasing the impossible dream of completing the market and, going back to MacKenzie, chasing the legitimatory goal of making the world a more efficient place."


El último punto que me gustaría criticar del pensamiento de Taleb es su simpatía por escuelas económicas fuera del mainstream académico como el post-keynesianismo y la economía austríaca, sin importarle al parecer que no tengan mucho que ver la una con la otra. Parece que a Taleb le basta con que sean corrientes alternativas al pensamiento económico establecido y de algún modo estén enfrentadas al establishment y marginadas por éste, que acepten la complejidad del mundo y rechacen en mayor o menor medida la modelización matemática.

Particularmente, si hay algo opuesto al empirismo-escéptico que propugna Taleb es la escuela austríaca, basada en la “praxeología”, que es una especie de misticismo que se deriva de cuatro axiomas o principios originarios que se pueden aplicar a cualquier cosa (como el horóscopo) y que es, por lo tanto, una disciplina narrativa por excelencia. Se la puede tachar de ser una fe, una religión, una ideología… pero desde luego ni es empirista ni es escéptica: representa precisamente la “platonificación” a la que tanto se opone Taleb.

V.- Una nueva esperanza…

Llega el momento de preguntarnos: ¿y, entonces?, ¿cuál es la alternativa?

Me voy a permitir citar unas palabras de mi compañero de blog, Demócrito:

“En realidad la disyuntiva es sencilla: o existen pautas de conducta humana condicionadas por antecedentes cognoscibles o no. En el primer caso, es viable y necesaria la aplicación del método científico, por difícil, aproximativa y limitada que sea. Si no es así, entonces los fenómenos sociales son incognoscibles y no es posible afirmar nada sobre ellos, todo se reduciría a juicios de valor. […] ¿Cuál es la alternativa?"

Krugman y otros daban algunas claves de por dónde pueden ir los tiros en la futura macroeconomía, aunque, como hemos visto en los enlaces de mi anterior entrada se dista mucho de un consenso.

Quien haya tenido la paciencia de leerme hasta aquí, creo que se merece que esboce al menos qué es lo que yo creo:

• Abandonar la “ilusión cientificista” de la Economía basada en modelos matemáticos “platónicos”, alejados de la realidad. Esto no implica renunciar a las matemáticas como herramienta, pero como dice Krugman, “as our servant, not our master”

• Ser muy consciente de las limitaciones de los modelos, y de lo restrictivo de sus hipótesis de partida. Particularmente en su aplicación directa a los casos reales. En palabras de Feynman, “hacer todo el trabajo” del método científico, sin atajos, particularmente ser más riguroso con la “revisión por pares” y, en la medida de lo posible, el contraste empírico. [Digresión: recordar que una disciplina como la Mecánica Cuántica, que es extraña, anti-intuitiva y está basada en postulados, funciona como teoría porque cumple con el proceso:

Axiomática (postulados) → estructura algebraica (hubo que inventar las matemáticas) → contraste empírico... (si no cumple, se vuelve al primer paso y se cambian los postulados).

• Mayor disposición a modificar / descartar los modelos cuando éstos no son útiles (criterio de utilidad). Des-ideologizar la Economía: curiosamente, la elevada tecnificación y recurso a las matemáticas no ha servido para ello, lo que demuestra que la herramienta no es garantía de nada.

• Mayor humildad entre los economistas y mayor permeabilidad a otras ramas del conocimiento (a veces parece que los economistas sólo leen a economistas y que sólo se citan entre ellos de forma circular).

• Necesidad de incorporar a los modelos elementos de complejidad e imperfección (“animal spirits”, economía del comportamiento…)

• Más y mejores estudios empíricos: a menudo los estudios empíricos en ciencias sociales, que involucran mucha manipulación estadística, se prestan a sacar conclusiones precipitadas o falaces: hoy por hoy no gozan de mucho prestigio. Tan mala ciencia es el exceso de racionalismo como el mal empirismo.

• ¿…? (aquí el lector puede incluir sus propias reflexiones, que serán bien recibidas en comentarios)

No quiero terminar esta extensa nota sin recordar de nuevo que lo que más me interesa investigar en todo esto (a un nivel amateur, divulgativo…) son las ideas del matemático Benôit Mandelbrot y de qué manera pueden cuestionar la actual formulación de la Economía. Prometo leer sobre ello y venir aquí a comentarlo.

Para los auténticamente masokas, dejo un par de enlaces de gente importante donde también hablan del tema de mi escrito (son divulgativos, no temáis):

Daniel Cloud: “Capitalismo Científico
Dany Rodrik: “Que los escépticos de las finanzas tomen el control
Robert Skidelsky: “La traición de los economistas
Robert Skidelsky: “Risky risk Management

ACTUALIZACIÓN 1: Una interesante discusión sobre el Value at Risk y la seducción de los modelos.
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