26/10/09

El caso Argentina


   Argentina es un misterio. O eso al menos quieren creer muchos argentinos, asombrados de que su país, extenso, rico en recursos naturales, origen de las minas* más lindas del mundo, sea ahora relativamente más pobre de lo que fuera en 1910. Un país cuyo siglo XX se ha visto asolado por golpes de estado, por dictaduras militares, por represiones, por la corrupción sistemática, por hiperinflaciones, por corralitos, por Menem y por la cumbia*. A veces, con el gesto cansado, el argentino responde amargamente: “Argentina es maravillosa, lo único malo es que está llena de argentinos”. Os cuelgo un vídeo que puede dar una idea del asunto.






   Yo no creo tan incomprensible el misterio, o no más que el debido al tratar de comprender las obras humanas. Oyendo al argentino medio uno se barrunta que enfrenta el asunto de una forma como ésta: “Pero cómo así. Somos blancos, no bolitas cabezas negras. Tenemos premios Nobel, Jorge Luis Borges, la calle más ancha del mundo, Gardel, el dulce de leche, la pampa, el asado y Maradona. Inventamos la birome, el by-pass coronario, las huellas digitales y los colectivos. Fuimos el granero del mundo y ahora importamos trigo. Acá venían esos gallegos pelotudos porque allá no había con qué, y ahora somos nosotros los que tenemos que devolver la visita. ¿Qué se jodió? ¿Quién nos fundió el país?” Uno, que lo ve todo de cerca y de lejos, no cree que nada tenga que ver una cosa con la otra. Quizá por ser español estas desgracias no lo pillan a uno por sorpresa.

   Nos ofrecía Ender hace unos días una reflexión alrededor de un artículo que escribió respecto al misterio argentino el profesor Edward Glaeser, de Harvard. En él, y con más detalle en un paper escrito junto con Filipe Campante, Glaeser determina como factor más explicativo para el limitado desarrollo de Argentina  en el último siglo el capital humano, especialmente lo referido a la educación. Lo desarrolla mediante una comparación entre la posición económica, educacional y demográficas relativas de Chicago y Buenos Aires en 1910 y actualmente. Comentándolo con argentinos la reacción fue de incredulidad. A Argentina se le pueden echar en cara muchas cosas, pero no su nivel educativo, al menos comparado con su entorno. “Podés decir que la corrupción, que son todos unos chorros, que cada uno va por su lado, que el que no llora no mama y el que no afana es un gil, pero tenés ingenieros trabajando de taxistas y abogados paseando perros. Por ahí no”

   Desde otra perspectiva, yo tampoco estoy de acuerdo con las conclusiones de Glaeser. Por dos motivos principales: porque intenta trazar correlaciones tomando los valores en dos puntos temporales, sin tener demasiado en cuenta la dinámica de procesos relacionados a lo largo de un siglo. En segundo lugar, porque creo que olvida algunas variables importantes a la hora de explicar el desarrollo económico del país. Toma en cuenta el PIB per cápita, pero no la distribución de la riqueza, por ejemplo. También minimiza el efecto del reparto relativo de cada uno de los sectores económicos, que son una variable utilizada comúnmente para describir la modernización económica. De igual forma toma como índice de inestabilidad política el de Marshall y Jagers, que se centra en crisis institucionales y grandes conflictos, pero no hace intervenir índice alguno que de cuenta de la corrupción sistémica y otros elementos de inseguridad institucional de baja intensidad.

   De hecho, en el mismo paper de Glaeser puede verse una gráfica donde sueldos y PIB per cápita se separan en el tiempo mientras que el nivel educativo, medido como índice de alfabetización, va cerrándose. Glaeser no da una explicación satisfactoria a este hecho. He realizado una gráfica comparativa superponiendo la evolución de la alfabetización en Argentina en comparación con la de tres países europeos descriptivos: Reino Unido, Italia y España. La gráfica base y los datos están extraídos de Tortella, G. y Flora, P. (1983-1987), State, Economy and Society in Western Europe 1815-1975 y de Campobassi, Carlos Alberto: El analfabetismo en la República Argentina. Podemos hacer lo mismo con el PIB per cápita para hacer la comparación pertinente con datos extraídos de Maddison: Maddison, Angus. Historical Statistics for the World Economy:  1-2006 AD que son los utilizados por Glaeser. El resultado es que mientras la línea de alfabetización argentina es convergente con los países comparados, la de PIB per cápita es divergente con los dos países más ricos, Reino Unido e Italia, y convergente con España que era más pobre y menos alfabetizada.








   De esta forma, la elevada correlación que extrae Glaeser entre educación (como nivel de alfabetización) y PIB per cápita para 1910 sería muy superior a la que ofrecería en 1950, por ejemplo. Esto no significa que la educación no sea un factor a tener en cuenta en el desarrollo económico de un país, pero sí que, en mi opinión, existen otros que probablemente tengan un mayor peso causal, al menos antes de la tercera revolución industrial. De todas formas los factores a estudiar, como en cualquier sistema social, interactúan y se retroalimentan, por lo que no me parece aconsejable ofrecer explicaciones excesivamente centradas en una sola variable.

   Como esto se está haciendo largo, dejaré para la próxima entrada el desarrollo de mi propia hipótesis explicativa del limitado desarrollo de la economía Argentina en el S. XX.


* A continuación ofrezco un pequeño glosario porteño-español:
   Mina: chica, mujer joven.
   Cumbia: música argentina de origen popular.
   Bolita: término despectivo para denominar a los naturales de bolivia.
   Cabeza negra: término despectivo para denominar a una persona de origen indio o   mestizo. También utilizado para referirse a personas pobres o marginales.
   Birome: bolígrafo, así denominado por los hermanos Laszlo y George Biro, inmigrantes húngaros que vivieron y comercializaron su invento en Argentina.
   Jorge Luis Borges: Dios.
   Gallego: español. Se dice también de la persona tozuda, tosca o tarda.

2 comentarios:

Ender dijo...

Al final es lo que yo sospechaba. Los datos que aportas casi casi descartan la hipótesis de Glaeser, al menos como motivo único o principal.

Es una pena que tu gráfica del PIB per cápita se corte en 1970, pues es a partir de ése punto donde el de España empieza a remontar a gran velocidad y acercarse al de Italia, mientras el de Argentina se estanca. Esto nos obligaría a situar el problema exclusivamente en los últimos 30-40 años, es decir, los años de la dictadura, hiperinflación, dolarización, corralito... Obviamente (salvo el caso de la dictadura) todos éstos son efectos, no causas... sobre las posibles causas ya hemos hablado y no te pisaré tu próximo post: anda, lúcete, ladrón.

Demo dijo...

La gráfica puede ampliarse, lo que sucede es que quise que coincidiera con la de alfabetización.

El problema no está en los últimos 30-40 años, las cosas empiezan a ir mal para Argentina a partir de los 30, pero ya aburriré al personal próximamente.