22/10/08

Cambio climático y consenso científico

En algunos de los blogs que me interesan (enlazados más arriba, a la derecha) se ha suscitado últimamente un debate sobre la metodología de las ciencias sociales y la bondad o maldad de los distintos métodos para explicar la realidad, sobre todo en Economía. Por supuesto, se habla de la Ciencia, sobre todo para comparar, y me parece bien, pues el Método Científico creo que es el camino a seguir, hasta donde se pueda o se deje. El Método Científico bien aplicado, se entiende, pero esto lo dejaré para otro momento...
Aparece un concepto, sin embargo, que me enciende particularmente, que es el del "consenso", sobre todo si se asocia a la ciencia. Se utiliza mucho últimamente esto del "consenso científico", o "el consenso entre los especialistas"... Mirad, si alguien trata de venderme una idea basándose en que hay un consenso sobre ella entre, pongamos, los psicólogos... o los sociólogos... o incluso los economistas... pues bueno, eso en sí no dice mucho... ya que esas disciplinas pretenden abarcar un ámbito de conocimiento realmente complejo donde infinitas variables tienen influencia, y tienen muy difícil aplicar el método científico en toda su extensión, por lo que se puede pensar que un cierto consenso entre especialistas significa que la idea puede ser buena. O no... el problema es que no tenemos una vara de medir.
Pero a lo que yo voy es que, en ciencia, eso no vale para nada. La ciencia no se hace por consenso. Es más, muchos de los grandes avances de la ciencia se han hecho en contra del consenso establecido en su época. Por lo tanto, cuando oigáis eso del "consenso científico", desconfiad... Si un grupo de científicos tienen que llegar a un consenso sobre algo, es que no han demostrado ese algo. No quiere decir que ese algo no sea cierto, o que no haya que tomar medidas sobre ese algo... quiere decir simple y llanamente que no se ha demostrado, y eso hay que tenerlo en cuenta. Si se hubiera demostrado, no haría falta ningún consenso.
El ejemplo más evidente y dramático que tenemos todos los días en los telediarios es el del Cambio Climático, no tanto si existe o no, sino si está causado por la acción humana (y por tanto qué medidas hay que tomar para frenarlo). Y digo dramático porque en pocas ocasiones se hace un uso tan lamentable de las informaciones científicas, ya sea por parte de los medios de comunicación o por partidos políticos, grupos de presión, etc. Se puede decir hoy, sin temor a equivocarse, que es IMPOSIBLE saber quién tiene razón, si los que niegan, o los que afirman, porque el debate está completamente ideologizado y tanto los que niegan como los que afirman creen lo que quieren creer... y detrás de unos y de otros hay poco científico y mucho propagandista. "Te equivocas", me diréis, "hay un Panel Intergubernamental del Cambio Climático formado por científicos"... y "el CONSENSO"- (Oh, Dios...)-"entre esos científicos es que el CC es causado por el hombre". Bien, no seré yo el que niegue que el CC está causado por el hombre... es más, CREO que así es... y que hay que tomar medidas. Pero tengamos claro que eso es lo que yo CREO, en base a la acumulación de evidencias... pero no lo que la ciencia ha demostrado. Eso todavía no lo ha hecho. El consenso en este caso, como en otros, no importa.

19/10/08

¿Quién era Milton Friedman?

Para todos los que queráis dar un vistazo rápido, pero profundo, a lo que ha sido la evolución del pensamiento económico del siglo XX, aquí tenéis este artículo de Krugman. Es largo, pero sencillamente TENÉIS que leerlo.

Si no lo hacéis, luego no me vengáis con lloros y rechinares de dientes...

13/10/08

Krugman ya es Premio Nobel...

... y ya era hora. Porque, ya que se lo terminan dando a todo el mundo, por lo menos que lo reciba alguien que de verdad se lo merece.
Bueno, no quiero pasarme de listo: en mi modesta opinión, el tipo lo merece, y supongo que el resto que lo han recibido también lo merecían. Pero me llama mucho la atención la diversidad de economistas que han recibido el Nobel, con teorías, modelos, trabajos... francamente contradictorios entre ellos. Por no hablar de los que han fallado estrepitosamente en su descripción de la realidad, o peor aún, en la aplicación de sus teorías a países o situaciones concretas.
Bien, convengamos que la Economía, como otras ciencias sociales, intenta abarcar una realidad vasta y compleja, donde las variables a tener en cuenta son muy numerosas y la posibilidad de diseñar experimentos y comprobar la idoneidad de la teoría, muy remota. Resumiendo, es una disciplina en la que, a pesar del uso generalizado de la estadística y otras herramientas matemáticas, tiene muy complicado poder aplicar el Método Científico en toda su extensión. De ahí su tradicional fracaso al intentar predecir lo que va a pasar (salvo honrosas excepciones) y de ahí también que se suele basar en modelos teóricos de la realidad, que son una aproximación de la misma y que de momento es la mejor herramienta de que dispone la Economía, y como tal, habrá que aceptarlo y desear que se siga perfeccionando. Otras disciplinas adolecen de las mismas dificultades, y no me quiero extender en el tema, aunque es bien interesante.

Pero como bien dice Citoyen en un reciente post sobre el Nobel de Krugman:
"cuando la teoría no comulga con los hechos, uno debe modificar la teoría, no reinterpretar los hechos. Y esto, la gente no se da cuenta, pero incluye salvar el estatus de la eocnomía como ciencia."
No puedo estar más de acuerdo. Es una lástima que los distintos modelos y escuelas económicas estén tan ideologizadas que se dediquen a reinterpretar la realidad para hacerla coincidir con el modelo, y no al revés. Y en este sentido, casi todos los Nobel-Economistas sacan pecho cuando los hechos parecen coincidir con sus teorías y predicciones, denostando los modelos de "la escuela contraria". Y, por supuesto, obvian el tema cuando la tozuda realidad les contradice, guardando silencio o poniendo cualquier excusa que no sería tolerada en una disciplina auténticamente científica. Incluso Kantor, que aún no es premio Nobel pero nos ha ofrecido una profunda e interesante explicación sobre la crisis, que recomiendo leer con atención, arrima el ascua a su sardina cuando, para describir lo que está pasando en los mercados financieros, utiliza referencias al "triunfo del monetarismo y de la escuela Austríaca" o el "eterno retorno de Von Mises", que no dejan de ser interpretaciones suyas como mínimo discutibles, pero que aunque fuesen acertadas desvían la atención y hacen perder credibilidad a su explicación, que es muy buena, por otra parte (para una explicación similar pero mucho más aséptica, recomiendo este artículo del Economist).
Por ello me congratulo del Nobel de Krugman, porque el tipo, aparte de ser una delicia leerlo en sus habituales artículos del New York Times o alguna traducción que recoge El País, es certero, tiene sentido del humor, no se corta tomando partido, pero argumenta con razones poderosas, y como bien dice Citoyen en su post, toma de las distintas escuelas lo que le parece acertado sin pisotear al contrario y sin considerar infalible ningún modelo.

Que no se le suba a la cabeza.

12/10/08

Alan Greenspan y la fe

Siempre me he asustado cuando he detectado en el discurso de una persona, sobre todo si ésta ocupa un puesto de importancia en la sociedad, un cierto sesgo de iluminado, una especie de seguridad y convencimiento absoluto en lo que está diciendo y haciendo, que no admite réplica, que no deja opción a la duda ni mucho menos a la crítica. Y que no responde de sus actos ante nadie (salvo ante Dios y ante la Historia, como decía el otro).

No hace falta que me refiera a los más patéticos ejemplos de nuestra historia política reciente, desde el trío de las Azores (el “créanme, hay armas de destrucción masiva” de Aznar), hasta el desastre desencadenado por Bush con la guerra de Irak, pasando por cualquier situación en la que nuestros políticos se ponen delante de un micrófono, cuando aún no han tenido tiempo de reunir la información suficiente, y sueltan eso de “todo está bajo control, el gobierno ha tomado las medidas necesarias, no existe ningún riesgo”. Echaos a temblar.

Ahora que la recesión se extiende por el mundo sin que nadie acierte a prever las consecuencias, parece claro que su origen estuvo en gran parte en los EEUU, y el cáncer se venía fraguando desde hace años. Años en los que el gran oráculo del mundo financiero y económico, el dios protector de Wall Street, el amo del calabozo de la Reserva Federal, dictaba con pulso firme lo que se debía hacer y lo que no a todos los agentes económicos: Alan Greenspan.

No era suficiente que muchos economistas del mundo académico alertaran sobre el boom inmobiliario y el riesgo de las hipotecas subprime. No era suficiente que inversores tan avispados como Warren Buffet y George Soros avisaran de que el masivo recurso a los derivados financieros, digamos, “imaginativos”, era una bomba de relojería que podía arrastrar a todo el sistema. El Gran Oráculo, investido en su inmenso prestigio y carisma, borraba de un plumazo estas molestas interrupciones a lo que parecía una gran fiesta, el gran banquete al que todo el mundo se apunta y en el que la Historia reservaría para el mismo Greenspan un importante papel.

Os enlazo aquí un fantástico reportaje de Peter S. Goodman en El País:
http://www.elpais.com/articulo/semana/Greenspan/era/realmente/bueno/elpepueco/20081012elpneglse_7/Tes
Así podréis entender de lo que hablo: uno piensa de esta gente del mundo económico, que tanta influencia tiene en nuestras vidas, que realmente saben lo que hacen. Sus conocimientos están fuera del alcance del común de los mortales, su discurso es difícilmente entendible por la gente, tampoco por el mundo político (a diferencia del discurso político, que suele ser de un nivel tan deleznable que cualquier ciudadano sin demasiada formación puede entrar a discutirlo). Por lo tanto, los Greenspan, los Solbes y los Rato echan mano de su prestigio y de la buena consideración entre sus colegas, para generar tranquilidad a los agentes económicos y vender la idea de que ciertas decisiones están en buenas manos. Que son gente pragmática y sensata. Que se darán cuenta de los riesgos antes que nadie y tomarán medidas para atajarlos.

Bien, lo que asusta del reportaje de Goodman es comprobar hasta que punto influyen en las decisiones de estas personas, no diré ya su ideología, sino sus “creencias”, su Fe, así con mayúsculas, es decir, algo irracional en lo que uno quiere creer, y que es muy libre de creer, pero que debe reservarse para el ámbito privado y personal y no guiar la acción pública. En el caso de Greenspan, le llevó a silenciar todas las alertas sobre la necesidad de regular los mercados de derivados e introducir más transparencia. Asusta oir de su boca, una vez más, eso de “créanme, Wall Street se regula sola”, háganme caso, yo sé de lo que hablo y ustedes no, yo soy el gran gurú, no hay ningún riesgo para el sistema, cualquier regulación sólo traerá problemas.

Después de lo que ha pasado, no deja de ser un poco patético oir a Greenspan, en las pocas ocasiones en que se deja ver, explicando lo que ha pasado porque “algunos agentes han sido en exceso avariciosos”. A uno le da por pensar: joder, tanto prestigio y conocimientos para ahora despachar su responsabilidad con semejante simpleza.

Más les valdría a algunos economistas, sobre todo a los que por su posición más influencia tienen en nuestros destinos, un poco más de ciencia y un poco menos de fe.
Actualización: en este artículo de El País, Krugman también acusa a Paulson de actuar con lentitud y torpeza por razones ideológicas... da gusto que todo un premio Nobel le dé a uno la razón, ja, ja...