Hay una discusión en Lorem Ipsum, atendiendo a los movimientos estudiantiles anti-Bolonia, donde Citoyen se pregunta por qué se acaban echando siempre las culpas a Bruselas de todo. He de decir que su lamento es el de un tecnócrata herido en su amor propio, pero no por ello está menos justificado.
En "Postguerra", un libro que ya he recomendado, a Tony Judt no le duele afirmar que la C.E.E, luego C.E y luego U.E, ha sido utilizada numerosas veces para justificar medidas dolorosas pero necesarias. Francia e Italia, por ejemplo, han podido aplicar un mayor rigor en el gasto público repetidas veces, excusándose en que eran requisitos exigidos por la U.E. Con el Plan Bolonia , salvadas las distancias, ha sucedido lo mismo. Un plan que es, esencialmente, la homologación de la educación superior en un ámbito multinacional. Con el pérfido objetivo de que todo titulado pueda ejercer en cualquier país que adopte el acuerdo. Otros aspectos son el de facilitar la movilidad y la orientación a la empresa de los graduados, sin tampoco entrar en grandes profundidades pues son los estados firmantes los que han de regular el asunto en detalle. Otra cosa es que nuestro ejecutivo haya decidido meter de rondón la enésima y fracasada, lo digo ya, reforma de la Universidad española. Que por lo que he leído tampoco es tan terrible, pero que sigue sin ir a la raíz de los problemas y por tanto no va a solucionar nada. Y me apuesto un yoyalodije con reverencia e invitación a cerveza a quien tenga el coraje de negarme la mayor.
Esto se suma al hecho de que los ciudadanos se sienten "lejos" de Bruselas: de sus funcionarios, que estudiaron en colegios bilingües y disfrutaron de beca Erasmus, de sus comisiones y delegaciones y siglas que nadie entiende, de ese engendro horroroso todo hierros que es símbolo de Europa. Sí, la U.E tiene un parlamento, y sí, tiene elecciones y todo, pero más que nada sirven para no votar, por joder, al partido al que no nos atrevemos a dejar de votar en las generales.
Ante esta situación los europeístas de buen corazón se hacen cruces. No comprenden qué es lo que tanta grima le da al ciudadano medio de esos lindos burócratas multilingües con tres carreras y master en relaciones internacionales. Tampoco es tan difícil, lo que les jode es que saben aún menos cómo funciona todo este tinglado que las instituciones de su país. Y como no lo conocen creen que no lo controlan. Y no lo conocen porque no es tan intuitivo como votar al parlamento, y que este elija presidente, o votar al presidente directamente y que lo joda todo. La U.E no es un estado y por lo tanto no puede tener los órganos legislativos o de gobierno de un estado. Todo son tratados y acuerdos y jerigonza. ¿Hay un legislativo? Bueno, sí, hay un Parlamento, pero la iniciativa legislativa la tiene la Comisión que a su vez es elegida por el Consejo, no confundir con el otro Consejo, que muchas veces delega en la Comisón que... ¿Pero habrá un ejecutivo, no? Bueno, hay reuniones en el Consejo, no confundir con el otro Consejo, de un montón de tipos arrogantes muy acostumbrados a hacer lo que le sale de los cojones en su patio, y a los que les saca de quicio que los otros le digan lo que tiene que hacer. Definitivamente no es tan sencillo como en España, donde una Vicepresidenta ejerce el poder mientras el Jefe de Gobierno llora aterrado en un rincón.
Las instituciones europeas, pues, son poco comprensibles porque son resultado de toma y dacas, equilibrios de poder, ni para ti ni para mí, payo... de numerosos estados con visiones e intereses a menudo difíciles de conciliar. Porque al fin y al cabo una estructura común clara y órganos definidos, con competencias amplias, supondrían un poder de decisión que ningún estado desea que las instituciones europeas tengan, por ahora. Así que los gobiernos siguen utilizando la U.E, entre otras cosas, para echarle la culpa de que llueve.
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En "Postguerra", un libro que ya he recomendado, a Tony Judt no le duele afirmar que la C.E.E, luego C.E y luego U.E, ha sido utilizada numerosas veces para justificar medidas dolorosas pero necesarias. Francia e Italia, por ejemplo, han podido aplicar un mayor rigor en el gasto público repetidas veces, excusándose en que eran requisitos exigidos por la U.E. Con el Plan Bolonia , salvadas las distancias, ha sucedido lo mismo. Un plan que es, esencialmente, la homologación de la educación superior en un ámbito multinacional. Con el pérfido objetivo de que todo titulado pueda ejercer en cualquier país que adopte el acuerdo. Otros aspectos son el de facilitar la movilidad y la orientación a la empresa de los graduados, sin tampoco entrar en grandes profundidades pues son los estados firmantes los que han de regular el asunto en detalle. Otra cosa es que nuestro ejecutivo haya decidido meter de rondón la enésima y fracasada, lo digo ya, reforma de la Universidad española. Que por lo que he leído tampoco es tan terrible, pero que sigue sin ir a la raíz de los problemas y por tanto no va a solucionar nada. Y me apuesto un yoyalodije con reverencia e invitación a cerveza a quien tenga el coraje de negarme la mayor.
Esto se suma al hecho de que los ciudadanos se sienten "lejos" de Bruselas: de sus funcionarios, que estudiaron en colegios bilingües y disfrutaron de beca Erasmus, de sus comisiones y delegaciones y siglas que nadie entiende, de ese engendro horroroso todo hierros que es símbolo de Europa. Sí, la U.E tiene un parlamento, y sí, tiene elecciones y todo, pero más que nada sirven para no votar, por joder, al partido al que no nos atrevemos a dejar de votar en las generales.
Ante esta situación los europeístas de buen corazón se hacen cruces. No comprenden qué es lo que tanta grima le da al ciudadano medio de esos lindos burócratas multilingües con tres carreras y master en relaciones internacionales. Tampoco es tan difícil, lo que les jode es que saben aún menos cómo funciona todo este tinglado que las instituciones de su país. Y como no lo conocen creen que no lo controlan. Y no lo conocen porque no es tan intuitivo como votar al parlamento, y que este elija presidente, o votar al presidente directamente y que lo joda todo. La U.E no es un estado y por lo tanto no puede tener los órganos legislativos o de gobierno de un estado. Todo son tratados y acuerdos y jerigonza. ¿Hay un legislativo? Bueno, sí, hay un Parlamento, pero la iniciativa legislativa la tiene la Comisión que a su vez es elegida por el Consejo, no confundir con el otro Consejo, que muchas veces delega en la Comisón que... ¿Pero habrá un ejecutivo, no? Bueno, hay reuniones en el Consejo, no confundir con el otro Consejo, de un montón de tipos arrogantes muy acostumbrados a hacer lo que le sale de los cojones en su patio, y a los que les saca de quicio que los otros le digan lo que tiene que hacer. Definitivamente no es tan sencillo como en España, donde una Vicepresidenta ejerce el poder mientras el Jefe de Gobierno llora aterrado en un rincón.
Las instituciones europeas, pues, son poco comprensibles porque son resultado de toma y dacas, equilibrios de poder, ni para ti ni para mí, payo... de numerosos estados con visiones e intereses a menudo difíciles de conciliar. Porque al fin y al cabo una estructura común clara y órganos definidos, con competencias amplias, supondrían un poder de decisión que ningún estado desea que las instituciones europeas tengan, por ahora. Así que los gobiernos siguen utilizando la U.E, entre otras cosas, para echarle la culpa de que llueve.
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1 comentario:
Para ENDER:
Yo no he insultado a nadie. Simplemente me he limitado a constatar unos hechos. Hitler era partidario del aborto. Esto es algo archiconocido y documentado. Como lo ha sido Stalin y la Union Sovietica, y como lo ha sido la China de Mao y la actual. A pesar de que Mao escribiera en su libro rojo aquello de que un niño viene al mundo con una boca pero con dos manos. Es decir, la persona humana es el mayor de los bienes y nunca es una carga considerada en sí misma. El ser humano aporta más de lo que puede consumir y por eso contribuye y colabora en el bien común. Todos los sistemas autoritarios, fascistas y comunistas, han apoyado el aborto y lo han promocionado. Y ciertamente se ha creado toda una industria en torno al aborto, una auténtica máquina de matar. El mismo que introdujo el aborto en EEUU lo ha declarado. Se trata del Dr. Nathanson, conocido como el Rey del aborto que practicó con sus propias manos más de tresmil abortos y bajo su dirección la mayor clínica abortiva del mundo (Nueva York) realizón más de 60.000 abortos.
De modo que ni insulto ni descalifico a nadie. Hay abundante material escrito y gráfico que corrobora todo lo que digo y que se puede encontrar fácilmente en internet. Simplemente doy un vínculo sobre Hitler: http://www.vidahumana.org/vidafam/aborto/paralelo.html
Así que, Sr. Ender, nada de alucinaciones y nada de estar descalificado para mantener un debate o dar mi opinión sobre el aborto. ¿Qué méritos le avalan a usted para considerarse en calidad de interlocutor válido sobre el tema? ¿Qué pruebas puede usted aportar de que lo que he dicho no sea cierto? Muestrelas si las tiene. En esto consiste el debate. En aportar pruebas y constatar hechos y no simplemente en descalificar al otro cuando no se tienen argumentos.
JOSÉ GIL LLORCA
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