9/12/08

¿Aprenderán alguna vez los economistas?... y otras preguntas básicas

Al hilo de un pequeño debate entre Citoyen y yo en el blog de Jesús Zamora Bonilla, que empezó hablando de las dudas de la física y terminó, cómo no, sobre las dudas de la economía, no puedo evitar la pequeña maldad de aprovecharme de los últimos debates suscitados en prensa y en la blogosfera para señalar el que para mi es uno de los problemas principales que tienen los economistas a la hora de dotar de credibilidad a su materia: la excesiva ideologización, o la lucha entre las distintas escuelas.

Ahora que la crisis arrecia, es fascinante observar cómo se lanzan navajazos unos economistas a otros según la ideología a la que representen. Una vez más, se puede comprobar cómo sacan pecho un grupo de economistas ahora que los hechos les dan la razón, a costa de otros que parecen retirarse discretamente a sus cubiles... pero hasta hace poco los papeles estaban cambiados.

Resumámoslo mucho: durante años el paradigma neoliberal pareció dominar el panorama (ya sé que tal afirmación requeriría de algunas definiciones y muchas matizaciones). Las recetas keynesianas estaban encerradas bajo llave en el baúl de los recuerdos, denostadas por la ideología dominante y las más de las veces dadas por muertas para siempre. Ya sé que en el mundo real esto no fue tan así, y la casuística ha sido variada: desde el FMI aplicando indiscriminadamente sus recetas a diestro y siniestro, sin considerar casos particulares, y contribuyendo así al hundimiento de Argentina y Rusia, hasta el caso contrario de muchos gobiernos aplicando discretamente alguna medida de expansión de la demanda y déficit público. Sin embargo, podemos convenir que, al menos en el mundo occidental, se impuso lo que se ha dado en llamar "ortodoxia económica", con un férreo control de los precios por encima de todas las cosas, a cargo de los bancos centrales. Y no nos ha ido del todo mal, para qué negarlo. Pero hete aquí que la "ortodoxia" también tiene sus matices. No es lo mismo Alan Greenspan que Luis Ángel Rojo. El cáncer estaba creciendo dentro del sistema: algunos no supieron verlo, otros contribuyeron a su crecimiento y los más miraron para otro lado mientras se llenaban los bolsillos antes del fin de fiesta.

Ahora que el incendio se propaga por doquier, y la crisis recuerda al Crack del 29, los neokeynesianos resurgen con brío, y muchos aprovechan para atacar sin piedad a "sus oponentes". Ni siquiera Krugman se inhibe de este tipo de actuación, y no digamos el viejo Samuelson, que parece que estaba esperando su momento para cobrar algunas facturas. Sin negar que tengan muy buenas razones para ello, yo me pregunto: ¿no estamos repitiendo los viejos errores? ¿es necesario tratar de imponer una escuela sobre otra? ¿es conveniente dotar a lo que no es más que un conjunto de recetas de la categoría de "escuela económica"? ¿no tenemos suficientes muestras de que cada receta, o medida, tiene su momento y su aplicación concreta? ¿no es ya el momento de dejar de arrimar el ascua a tu sardina y apostar por la CIENCIA económica? Parece que todavía estamos lejos de esto...

Ahora que la depresión amenaza nuestro futuro inmediato, parece que para algunos lo más importante es discernir quién ofrece la mejor explicación para la crisis. Os enlazo, como ejemplo, un par de entradas de Citoyen y Egócrata donde polemizan con algunos "austríacos", pero es sólo un ejemplo. Para un observador externo, los austríacos ahora parece que vienen a decir: "mi receta es la mejor, yo ya lo dije, yo tenía razón y los demás estaban equivocados"... "ha llegado nuestra hora"...

Y yo me pregunto: ¿lo único importante es imponer mi escuela sobre otras escuelas? ¿mis recetas, por vagas e intangibles que éstas sean, sobre las otras recetas?

Que todo "hecho económico" se trate en función de la escuela económica o la ideología que más conviene a unos y otros refleja la verdadera naturaleza del drama: cómo reinterpretar los hechos para amoldarlos a mis teorías.

Otra fascinante cuestión que se puede seguir en los medios es ¿por qué nadie predijo la crisis? Sinceramente, para mi esa pregunta es retórica. Si algo así se pudiera predecir, no habría crisis. Realmente, muchos temían que pudiera pasar lo que ha pasado. Y varios avisaron: un caso paradigmático de predictor del desastre es el del economista Nouriel Roubini... que ya ha aprovechado su nuevo estatus de gurú para cobrar sus conferencias a precios millonarios.
La pregunta interesante para mi no es ésa, sino: ¿por qué nadie hizo nada para evitarla, o paliarla? ¿por qué se miró para otro lado? ¿por qué nadie quiso o pudo "sacar los pies del tiesto"? (salvo quizá Luis Ángel Rojo, con su cautela y sus medidas contracíclicas).

O más profundamente: ¿con qué incentivos se cuenta, dentro del sistema, para que alguien se juegue su prestigio o su carrera yendo contra el establishment? ¿o es que las incertidumbres son demasiado grandes y por tanto es demasiado costoso tomar medidas frente a algo que no se sabe realmente si ocurrirá?... en ese caso, ¿de qué sirve sacar pecho y afirmar "yo predije la crisis" (aunque sea cierto)? Sólo sirve para que te consideren un gurú y engordar tu cuenta corriente, pero, ¿y la próxima? ¿previste la crisis con un método que te permitirá (nos permitirá) prever la próxima, o simplemente tuviste más potra que el resto?

Preguntas todas ellas que deberá plantearse todo aquel que defienda el estatus de la Economía como Ciencia. Y a mi modesto entender, una Ciencia necesita dos cosas: método, y científicos. Parece simple, ¿verdad? Pues no lo es. Paréceme que la Economía tiene dificultades con el método, como las otras ciencias sociales, y paréceme también que muchos economistas no actúan precisamente como científicos, aunque sepan matemáticas.

2 comentarios:

Citoyen dijo...

HOla;

tengo pendiente- sé que lo digo siempre pero la verdad es que no he encontrado el rato ni la inspiración- escribir sobre esto en el blog. Si me das tu dirección, tengo un par de cosas escritas sobre el tema que puedo hacerte llegar.

Ender dijo...

Claro... escríbeme a gema_alarconruiz@yahoo.es (soy tan vago que uso el de mi mujer, hasta que me haga uno propio)

Te lo agradezco de veras.