2/9/11

La insoportable levedad de las voces de la izquierda

El gran oráculo ha vuelto de vacaciones, y ha hablado: (video Gabilondo)

Para un tipo que “aporta una mirada propia llena de serenidad y sentido común”, según afirma la presentación de su video blog, es notable el recurso al lenguaje de máximos que utiliza últimamente: nada menos que la “derrota de la democracia”, y la consagración de “un modelo de sociedad que expulsa a los pensamientos más progresistas o de izquierdas a favor de los pensamientos neoliberales”.

No debe sorprendernos. Desde el estallido de la crisis algunos venimos asistiendo con pesadumbre (y con enfado) al establecimiento de una especie de “posición oficial” de las izquierdas de éste país que yo identifico con la vuelta a los eslóganes vacíos de contenido, la idealización de la “democracia real” y asamblearia, la consagración de un hombre de paja (“los mercados”) como enemigo a batir y, en definitiva, una reivindicación de las utopías y de los Mundos de Yupi frente al análisis riguroso de los hechos y de los mecanismos disponibles para hacerles frente.

Se ponen de moda y se saludan con alborozo los panfletos revolucionarios de ancianitos bienintencionados, como el “Indignaos” del francés Stephane Hessel que se copian y amplían en España (ver “Reacciona”), pero durante muchos meses algunos ya estaban preparando el terreno desde publicaciones “intelectuales” que no se han enterado de que Mayo del 68 ya pasó. Personas con supuesto prestigio y con llegada a los medios (aunque ellos se quejen de que se les silencia) como Vicenç Navarro, la mayoría de los tertulianos de la SER, muchos columnistas de El País y casi todos los de Público, mantienen desde hace tiempo un discurso parecido, según el cual estaríamos embarcados en un proceso de desmantelamiento del Estado de Bienestar y de los “derechos adquiridos” por los ciudadanos, a cargo de “los mercados” y el “neoliberalismo” y poco menos que dirigido desde Europa y organismos internacionales como el FMI.

Dejemos claro antes de nada que, desde una posición de izquierdas, hay motivos más que sobrados para indignarse con la situación política y económica, y muchas dinámicas están ocurriendo que requieren de una vigilancia atenta: muchos de los agentes que agravaron la crisis no han recibido el castigo que se merecen, las normas regulatorias y de gobernanza económica y financiera que se prometió reforzar parecen estancadas o avanzar con cuentagotas, la Unión Europea reacciona ante los sobresaltos económicos con improvisación y demagogia, con un sálvese quien pueda y a defender cada uno sus propios intereses… Europa está en una encrucijada y sus gobernantes no parecen estar a la altura. ¿Y qué decir de España? Sus gobernantes tampoco están a la altura, ni lo estarán los que vendrán el 20-N (ya han demostrado sobradamente su mediocridad), lo que es más grave aún por los problemas particulares que arrastra España desde hace tiempo: un mercado de trabajo dual e insolidario que condena a la precariedad a una generación, un tejido productivo excesivamente basado en la especulación inmobiliaria y en el turismo de bajo nivel, absurdas regulaciones y trabas para la competencia y la creación de empresas, un modelo energético kafkiano, un modelo educativo en caída libre y sometido a los indecentes caprichos de cada nuevo gobierno, una alarmante falta de consenso sobre los temas estratégicos de Estado entre los partidos políticos (salvo el terrorismo) y todo ello con un Estado de Bienestar raquítico en comparación con los mejores, que no sólo hay que sostener sino que debería ser ampliado.

Y mientras tanto, la izquierda discutiendo la calidad de la democracia, el ataque a “nuestros derechos”, la llegada del “neoliberalismo” y otras variantes del sexo de los ángeles.

Lo descorazonador que tiene asistir a este posicionamiento de las voces progresistas, para los que consideramos que la izquierda tiene mucho que decir, es el temor de una deriva hacia la irrelevancia. A lo Izquierda Unida, vamos.

Es lamentable que la izquierda guste tanto de los posicionamientos previos en abstracto sobre cualquier tema, y por los grandes debates ideológicos y filosóficos sobre la democracia, el sometimiento de la política al poder económico y la defensa de ése “derecho inalienable” llamado Estado del Bienestar. Pero resulta que el Estado del Bienestar no es un derecho fundamental de las personas, ni un estado natural, ni un ente abstracto que una vez conseguido es mejor no tocar para no desmantelarlo: es un conjunto de mecanismos que hemos ido implementando porque creemos que es mejor para los individuos que conforman una sociedad, y que no es gratis: hay que alimentarlo, sostenerlo y permitir su disfrute a las futuras generaciones.

Y el Estado de Bienestar está sin duda en crisis, y conservarlo requiere imaginación, coraje y mecanismos para cambiar la dinámica de hechos que lo están poniendo en riesgo… defenderlo no consiste en querer mantenerlo en formol como si no pasara nada. Paradójicamente esta izquierda, al cuestionar sin más cualquier intervención sobre los pilares del Estado del Bienestar (subsidio de paro, mercado de trabajo, pensiones…) se ha convertido en una “izquierda conservadora”, incapaz de articular un discurso de cambio hacia la sostenibilidad.

Precisamente cuando la socialdemocracia y las posiciones progresistas deberían tener más que nunca un peso relevante en el debate político reivindicando sus conquistas y reinventando la manera de sostenerlas, frente a una derecha sin escrúpulos, fracasada e hipócrita, resulta que los representantes de la izquierda se cierran al análisis riguroso de los hechos y de sus posibles soluciones, prefieren la utopía al pragmatismo, y hacer demagogia con la indignación popular para regodearse en un discurso apocalíptico en lugar de empezar a preparar el discurso del futuro.

La fraseología del estilo “esto no es una verdadera democracia”, “los mercados han dominado a la política”, “el que quiera tocar las pensiones es un peligroso neoliberal” y, en general, ésa especie de “estás conmigo o contra mí”… sólo son una desesperante pérdida de tiempo que escamotea el verdadero debate: qué mecanismos podemos implementar que nos permitan una salida de la crisis lo más rápida posible, que refuercen nuestra economía ante crisis futuras, y que garanticen la sostenibilidad del Estado de Bienestar. Y en este, el verdadero debate, hay mucho que hacer y mucho que decir: porque es cierto que no todas las respuestas están claras. Es cierto que la derecha, más que posible ganadora de las próximas elecciones, tratará de arrimar el ascua a su sardina y aprovechará para implementar por la fuerza recortes y políticas insolidarias (ver Cospedal en Castilla la Mancha) bajo la mirada indignada y ofendida, pero inútil, de todos estos voceros de la izquierda que están permitiendo a la derecha dominar el espectro político, cuando debería estar escondida en su cubil para esconder sus vergüenzas, aquellas que allanaron el camino al estallido de la crisis.

La derecha ocupa el espacio político porque la izquierda se lo está permitiendo, por su propio abandono de dicho espacio hacia posiciones irrelevantes y necias de supuesta defensa del desfavorecido. Pero el desfavorecido no necesita discursos paternales ni llamadas filosóficas a regenerar la democracia, necesita que salgamos de la crisis y se le ofrezcan soluciones que mejoren su calidad de vida, y si la izquierda no plantea soluciones factibles, ahí aparece la derecha reivindicándose como única solución, repitiendo el discurso falaz del “gestor eficaz” que sabe lo que hay que hacer, frente a la “ideologizada izquierda”. Que nadie se lleve a engaño: no hay más que oír las propuestas económicas de Rajoy y Montoro para reconocer su vacuidad y constatar que no han entendido nada, y sólo hace falta leerse algún documento de la Fundación FAES para saber hasta qué punto la ideología puede convertir en absurdo el análisis económico.

Frente a ellos, otra izquierda es posible, y es más necesaria que nunca. ¿Dónde se esconde?

13 comentarios:

Runaway dijo...

Puede que tenga razón, es más, creo que la tiene: el discurso general de la izquierda resusta un tanto rebundante y cansino, sobre todo en cuando al diario Público se refiere.

Y sin embargo...sin embargo, lo peor es que todo ese discurso cansino y apocaliptico es lo que está pasando en la realidad. Dejo dos enlaces, sólo dos ejemplos, y no de izquierdosos precisamente:

http://elcomentario.tv/reggio/tiempos-borrascosos-de-manuel-castells-en-la-vanguardia/27/08/2011/
http://youtu.be/AkXTFbw7l-c

Hugo dijo...

Paso directamente a la crítica fácil, pero necesaria: ¿En qué manual del buen crítico pone que, para reforzar la opinión de uno, hace falta llamar "oráculo", "tipo" y "ancianito bienintencionado" a las personas que se quiere criticar?

La crítica difícil del post, como su propio nombre indica, es difícil. No ya explicarla, sino sobre todo aceptarla. El sistema que algunos proponemos no se puede entender si es analizado solamente desde un punto de vista técnico (es el punto de vista de los que habitualmente llamamos "reformistas"). Lo bueno de utilizar otros enfoques, además del enfoque técnico, es que lo que para unos es inevitable dadas las actuales reglas del juego, para otros solo es una manera de afrontarlo, ya que las reglas del juego pueden ser cambiadas, y por ende las maneras de afrontar el problema. Esa es una de las diferencias entre los que quieren reformar el sistema y los que quieren un sistema distinto, no necesariamente utópico en el sentido peyorativo del término.

El enfoque que yo defiendo, por tanto, es un enfoque filosófico, holístico si se prefiere. A poco que se estudia la situación de la manera en que algunos lo hemos hecho -aunque podemos habernos desorientado y estar perfectamente equivocados-, se aprecia una clara incompatibilidad entre el capitalismo y el Estado por un lado y la democracia por el otro, entre el crecimiento económico basado en la extracción de materias primas y la capacidad de carga de la biosfera, entre el humanismo actual y los derechos de los demás animales sintientes...

Espero que lo que he dicho tenga sentido para alguien más ;)

Ender dijo...

Runaway:

Gracias por los enlaces. Haré un comentario rápido sobre ambos, aunque requerirían desde luego de algo más de extensión.

La conversación de F. Mayor Zaragoza es un repaso a los males de nuestro mundo, que son muchos, desde luego, pero que no se diferencian demasiado (por lo menos los que él cita) de los que había en los años 70, cuando yo era un niño y se los oía en el mismo tono al cura de mi parroquia, o en los años 80, cuando yo era un adolescente y pasé de escuchar a curas a leer y escuchar cosas más interesantes. Desde luego este es un mundo cruel e insolidario que tiene que avanzar aún mucho hacia la civilización, en eso podemos estar de acuerdo (siempre que distingamos Somalia de España, por supuesto...).

Pero no acierto a entender cómo la crisis actual se relaciona o puede ayudar a resolver esos males endémicos del mundo en que vivimos...

El artículo de Castells es un buen ejemplo de lo que denuncio en mi entrada: el regodeo en el apocalipsis, y ése "aire fresco" que supuestamente vendría de las redes sociales y la indignación callejera. Pues vale. Quizá soy muy cuadriculado, pero no lo veo.

Ya he repetido alguna vez que la indignación en la calle es necesaria, sobre todo para que los políticos asuman que la gente vigila lo que hacen y que las personas saben que las decisiones políticas afectan a su vida... pero de ahí a preferir las asambleas de un grupo que no representa a nadie a los mecanismos democráticos que nos hemos otorgado, va un abismo.

Por lo demás, puedo estar más o menos de acuerdo con la descripción que hace Castells de lo que funciona mal, pero no me parece útil quedarse ahí, en la denuncia y el regodeo, sin tratar de explotar los mecanismos serios que nos permitirían corregir los errores más flagrantes (siempre sabiendo que no hay soluciones mágicas ni mundos felices).

Saludos.

Ender dijo...

Hugo:

Escribí la entrada en un tono airado que respondía a mi enfado después de oir a Gabilondo, pero a pesar de ello siempre he presumido de huir del insulto gratuito en mi blog, o sea que espero que "oráculo", "tipo" y "ancianito bienintencionado" no te parezcan insultos.

Yendo a tu crítica principal: aunque no te lo creas, yo no soy un defensor a ultranza de la tecnocracia, a la que creo que hay que vigilar como a cualquier otro mecanismo político, tanto más cuando suele quedar más alejada (o blindada) del control democrático. Pero así y todo, desde luego gusto de las soluciones técnicas cuando éstas existen y se han utilizado en otros casos y/o en otros países, y desde luego gusto de indagar la opinión de los que saben más sobre un tema, no por que lo digan ellos, sino porque se dedican a investigarlo y/o ponerlo en práctica. Siempre con el adecuado nivel de escepticismo: en ciencias sociales uno más uno no siempre son dos.

Puede que sea cierto lo que dices de que las reglas del juego pueden ser cambiadas, pero un cambio de reglas de juego siempre es:
1.- Traumático
2.- Polémico (quién decide las nuevas reglas y a quién benefician)
3.- Incierto (quién nos asegura el resultado que queríamos)

Pienso que hay otras maneras de resolver los problemas que deben ser puestas en práctica antes de optar por cambiar las reglas del juego. Y sobre "querer un sistema distinto", lo siento, pero es demasiado vago para poder opinar.

A partir de tu afirmación "yo defiendo un enfoque filosófico, holístico..." permíteme que no haga más comentarios. No te lo tomes como un desprecio: yo respeto sobremanera los enfoques filosóficos y conceptuales, pero creo que están totalmente fuera de lugar en la situación en la que nos encontramos: es como si el contramaestre del Titanic, en plena via de agua, le sugiere al capitán sellar partes del barco, virar todo a estribor, preparar el salvamento, avanzar a toda máquina (cosas que pueden funcionar y cosas que no, ojo) y el capitán le respondiera que él prefiere un enfoque filosófico de la situación...

Hugo dijo...

Hola Ender:

Y sobre "querer un sistema distinto", lo siento, pero es demasiado vago para poder opinar.

El proyecto de democracia inclusiva sería un buen ejemplo de sistema alternativo. Un sistema sin Estado, sin mercado y sin dinero.

un cambio de reglas de juego siempre es traumático, polémico e incierto.

Lo sé, pero ese no me parece un argumento para estar en contra. La elección de unas reglas en lugar de otras no debería depender de si son difíciles o fáciles de aplicar, sino de si son buenas o malas comparado con las anteriores.

... y el capitán le respondiera que él prefiere un enfoque filosófico de la situación...

Je, je... un enfoque filosófico para empezar, es decir, para diagnosticar el problema y establecer los fines. Luego vendrían los medios (ej. creación de asambleas vecinales, cooperativas de trabajo, "bancos de tiempo", huertos urbanos ante la previsible subida de los precios, monedas locales, producción local, aumento de la resiliencia y autosostenibilidad económica). No obstante, reconozco que sé más de fines que de medios. Es lo que tiene estar metido en casa todo el día prácticamente sin otra cosa que hacer que leer, escribir y limpiar la casa. Sobre todo lo primero :P

La concentración de poder, que es la principal causa de la crisis actual y de todas las crisis, solo puede evitarse en última instancia desde abajo, no con medidas puntuales que vengan desde arriba. Por eso primero hay que mirar a largo plazo para después actuar a corto plazo.

Un saludo.

Ender dijo...

"un sistema sin Estado, sin mercado y sin dinero"
"huertos urbanos"
"monedas locales"
"asambleas vecinales"

Madre mía, y dices que no es utópico. Es peor que utópico, es una fantasía anarquista que sólo puede parecer atractiva a unos pocos iluminados. ¿Te gusta la ciencia-ficción? Te recomiendo "Los Desposeídos" de Ursula K. Le Guin, donde analiza en una novela deliciosa los problemas asociados a una sociedad de estilo anarquista.

Desde que el hombre pisa la Tierra ha existido el mercado, de alguna u otra forma: te diría que es nuestra forma de relacionarnos. Y durante milenios el "mercado" ha ido evolucionando claramente a mejor, el nivel de vida global de las sociedades de la Tierra ha mejorado varios órdenes de magnitud desde que nuestros ancestros sobrevivían con palos y piedras... ¿y tú nos propones que volvamos a las sociedades cazadoras recolectoras? ¿La gran propuesta de tu "democracia inclusiva" es retroceder milenios en la evolución social?¿Que copiemos el modo de vida de los pigmeos de El Congo o los aborígenes Australianos?

Bien, te deseo suerte, pero te auguro escasa capacidad de convocatoria.

Ender dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Asmodeus VonVilla dijo...

Mi sensación es que algunas de las posiciones que le achacas a la izquierda son más minoritarias de lo que parecen, incluso dentro de la misma izquierda.
Los lectores de Público, Escolar, meneame y los votantes de Izquierda Unida, por poner algunos ejemplos, no son representativos de un sector significativo de la población, o al menos esa es mi impresión. Y creo que ni siquiera dentro del sector que podría considerarse socialdemócrata.

En cuanto a los medios, lo de El País y la SER siempre me ha resultado curioso, porque se lleva palos por todos lados: la "verdadera izquierda" los considera prácticamente unos vendidos al neoliberalismo, y para gran parte de la derecha siguen siendo los rojos de toda la vida.

"...la mayoría de los tertulianos de la SER" En esto discrepo: muchos, pero no la mayoría. Habituales de tertulias de la SER como Juan Carlos Giménez, Emilio Contreras o Paco Giménez Alemán, por mencionar algunos, no coinciden precisamente con esos postulados, entre otras cosas porque ni siquiera son de izquierdas, y hay otros cuantos que podrían encajar en una izquierda, digamos, moderada y pragmática. Y no es una defensa de la cadena ni del grupo PRISA en general, su sesgo es indiscutible, a veces hasta extremos bochornosos, pero aún así, me siguen pareciendo lo más plural y razonable del panorama mediático (cómo estará lo demás).

Hugo dijo...

¿Te gusta la ciencia-ficción? Te recomiendo "Los Desposeídos" de Ursula K. Le Guin, donde analiza en una novela deliciosa los problemas asociados a una sociedad de estilo anarquista.

Me encanta la ciencia-ficción, aunque últimamente no leo mucha. El libro tiene muy buena pinta. Me lo apunto, gracias ;)

Y durante milenios el "mercado" ha ido evolucionando claramente a mejor, el nivel de vida global de las sociedades de la Tierra ha mejorado varios órdenes de magnitud desde que nuestros ancestros sobrevivían con palos y piedras...

El nivel de vida ha ido a mejor según ciertos criterios, téngase eso en cuenta. Si bien hemos mejorado en muchas cosas (especialmente en tecnología, salud y conocimiento científico) hemos empeorado en otras: la gente tiene menos poder y menos participación ahora que antes, el hiperindividualismo desgasta nuestras relaciones sociales, el necesario contacto con la naturaleza se ha ido perdiendo, las depresiones van en aumento, el desempleo y el sentimiento de inutilidad es mucho mayor, la felicidad en las grandes ciudades es menor y el estrés mayor, estamos agotando la mayor fuente de energía conocida que es el petróleo, el calentamiento global causado por nosotros mismos nos está empezando a matar literalmente, en el primer mundo ya no morimos de hambre sino de obesidad, etcétera.

¿y tú nos propones que volvamos a las sociedades cazadoras recolectoras? ¿La gran propuesta de tu "democracia inclusiva" es retroceder milenios en la evolución social?¿Que copiemos el modo de vida de los pigmeos de El Congo o los aborígenes Australianos?

Eso es un hombre de paja y una salida de tono que no es preciso que rebata. Creo que ya va siendo hora de irme yendo :P

Te pido disculpas si la primera parte de mi primer comentario (la parte de la "crítica fácil") te puso a la defensiva. Debí haberle añadido un emoticono de esos para suavizar el tono de la pregunta retórica.

Bien, te deseo suerte, pero te auguro escasa capacidad de convocatoria.

Nunca he hecho ni dejado de hacer nada en función de su popularidad, sino en función de su adecuación a la realidad y coherencia moral.

Ha sido un placer.

Ender dijo...

Hugo:

Irte o quedarte es tu decisión, pero te aseguro que tu comentario inicial no me enfadó ni me puso a la defensiva.

"Nunca he hecho ni dejado de hacer nada en función de su popularidad, sino en función de su adecuación a la realidad y coherencia moral."

Sobre la coherencia moral no diré nada, pues eso va por barrios: podríamos discutir hasta la extenuación. Pero lo de "adecuación a la realidad"... he oído en mi vida algunas propuestas tan alejadas de la realidad como la tuya (quiero decir sin estar de broma en el bar con los colegas), pero todas venían de sectores reaccionarios de la derecha, austromaníacos y otros neocon. No pretendo comparar el estilo ni los fines, pero lamentablemente me parecen similares en cuanto a su "adecuación a la realidad". Y repito que no pretendo ofenderte ni alejarte de mi blog, es sinceramente lo que pienso después de haber oído y leído ya unas cuantas cosas (creo que te saco algunos años, además, para mi desgracia).

Saludos.

Ender dijo...

Asmodeus:

No sé cuán minoritarias son esas posiciones, pero son defendidas por un número importante de "creadores de opinión" de la izquierda. Ya sé que hay excepciones.

Sobre el grupo PRISA estoy más o menos de acuerdo contigo, algún día haré una entrada sobre el tema. Coincido contigo en que, a pesar de todo, es de lo poco que se puede leer y escuchar si alguien tiene escrúpulos, aunque me decepciona la bajada del nivel de exigencia de El País, por ejemplo, y me cabrean los arrebatos periódicos de sectarismo que se gasta, sobre todo la SER. ¿Que otros son más sectarios? Desde luego, pero estos son a los que más leo y por tanto a los que más exijo...

Hugo dijo...

Irte o quedarte es tu decisión, pero te aseguro que tu comentario inicial no me enfadó ni me puso a la defensiva.

Entonces lo que he detectado con mi radar no ha sido mal humor, sino cierto dogmatismo (curable, en cualquier caso). Lo digo desde el aprecio. Si no, no estaría aquí. Aclaro que dogmáticos, en mayor o en menor medida, lo somos todos. Nuestras creencias nos hacen sentir bien, pero nuestra razón (¡menos mal!) nos invita a participar en debates como este para ponerlas a prueba.

he oído en mi vida algunas propuestas tan alejadas de la realidad como la tuya

"Alejado de la realidad" es una expresión profundamente filosófica que merece un análisis más detallado por nuestra parte. Si por "alejado de la realidad" te refieres a que hoy por hoy la realidad de la mayoría es otra, entonces tienes razón, pero vuelvo a insistir: que algo sea minoritario no es un buen criterio para aceptar o descartar una teoría. En cambio, si "alejado de la realidad" lo dices en un sentido ontológico, esto es, queriendo decir que existen ciertas leyes sociales y naturales que impedirían ipso facto la creación y mantenimiento de un sistema social como el descrito más arriba, entonces puede que tengas razón una vez más, pero sospecho que no habría manera de probar una cosa así. Solo podemos intuir e imaginarnos las respuestas. Yo intuyo, por mi propia interpretación que hago de los hechos históricos, que de la misma manera que la democracia representativa o la igualdad entre las personas fueron consideradas en su día ideas "alejadas de la realidad", es posible que con el anarquismo, el veganismo y otros tantos ismos vuelva a pasar lo mismo.

Lo que yo creo que ocurre, y por eso toda esta confusión, es que cuando una persona afirma que "la realidad social es de tal manera" no solo está expresando cómo ve ella la realidad, sino también cómo quiere ella que siga siendo (ciencia y valores están más unidos de lo que pueda parecer). La política es una construcción en continua evolución. Si cambiamos los memes, cambiamos nuestra realidad. Y viceversa.

Y repito que no pretendo ofenderte ni alejarte de mi blog, es sinceramente lo que pienso después de haber oído y leído ya unas cuantas cosas

Alejarme es posible, pero ofenderme seguro que no. Descuida, aquí paz y después gloria :D

Un saludo.

Epicureo dijo...

Estoy de acuerdo con gran parte de lo que dices, Ender. La izquierda actual es patética.

La cuestión es que si hay gente dispuesta este tipo de propuestas utópicas, tanto de izquierdas como de derechas (los documentos de FAES o de Libertad Digital son tan utópicos e irreales como esos de "democracia inclusiva"), es porque nadie es capaz de pensar soluciones al descontento de la gente dentro del sistema.

Lo que me parece una barbaridad es que digas que el mercado es "nuestra forma de relacionarnos". Ni de coña. El mercado no es más que una forma relativamente eficaz de intercambiar ciertos bienes escasos y necesarios con gente que no conoces. Pero cuando te relacionas con tu familia o tus amigos o tus grupos de intereses no haces uso del mercado. Hoy en día hay en Internet una inmensa economía de la información que no es de mercado, basada en el regalo, la afinidad y la reputación.

Aunque se pasen varios pueblos, los antisistema tienen algo de razón al criticar el mercado. En las últimas décadas el mercado ha crecido tanto que está ahogando otras formas de relación. En particular ha ahogado la política. Se hace política mirando las cotizaciones del mercado secundario de deuda.

Y es una política pésima, porque el mercado es irracional y sobrerreacciona. En su fase maníaca, te presta alegremente mucho más de lo que podrás devolver nunca. En su fase depresiva, o pagas o te rompe las piernas y amenaza a tus hijos. Esto son hechos, no teorías.

Las teorías vienen cuando se trata de buscar soluciones prácticas, ninguna de las cuales puede funcionar si se mantiene la ficción de que todo lo prestado en la época de la exuberancia se puede devolver. De un modo u otro hay que hacer borrón y cuenta nueva.