Ahora que la situación de los reactores de Fukushima I parece un poco más controlada, y antes de reflexionar sobre cómo puede afectar el desastre a la industria nuclear mundial, quizá merezca la pena salir al paso de aquellos que cuestionan el actual mix energético de Japón o incluso pronostican un abandono más o menos inmediato de la generación nuclear en aquel país, con algunos datos que nos ayuden a situar el problema en su contexto adecuado.
I.- Algunas magnitudes energéticas
Japón es un país relativamente pequeño y muy montañoso que aglutina a 126,4 millones de habitantes, la mayor parte de ellos urbanitas con necesidades y hábitos de consumo “modernos”. Carece además de recursos naturales, por lo que tiene que importarlos. De hecho, es el tercer mayor importador mundial de petróleo (4,4 millones de bbl/d), el primero de gas natural licuado (92 Bcm), el primero de carbón (181 millones de toneladas en 2009) y el tercer mayor productor de energía nuclear (1.015 TWh) por detrás de Estados Unidos y Francia.
Los siguientes gráficos muestran más en detalle el consumo de energía primaria y final de Japón, donde se ve hasta qué punto el país depende de los combustibles fósiles, sobre todo del petróleo:
Para ello cuenta con 28 refinerías que procesan con alegría todo ese crudo importado para alimentar sus medios de transporte y también, y esto es importante, para la generación eléctrica, que aún depende en un 12% del fuel, como podemos observar en el siguiente gráfico:
El gráfico muestra, por lo tanto, que la generación térmica convencional es muy intensiva en carbón, en gas y, en menor medida pero de forma muy llamativa, en petróleo. Todas ellas generadoras de CO2 (sobre todo el carbón) y sometidas a los vaivenes del precio (sobre todo el fuel).
También podemos observar en el gráfico la importancia que tiene en el país la generación nuclear, que cubre más del 30% de la demanda eléctrica. De hecho, Japón cuenta con 54 reactores nucleares (sólo Francia, con 58, y EE.UU., con 104, tienen más).
Con estos datos sobre la mesa, nos podemos hacer una idea de la voracidad energética de este pequeño monstruo industrial que es Japón, y de que la eventual sustitución de siquiera una parte de su parque nuclear no sería nada fácil y “tiraría” seguramente de fuentes fósiles fuertemente generadoras de CO2. Profundicemos en ello.
II.- ¿Cuánta energía habría que sustituir y con qué fuentes?
El terremoto y posterior tsunami han dejado fuera de servicio los reactores de 4 centrales que representan cerca de 10 GW de capacidad de generación eléctrica nuclear (equivalentes a más de 200 mil bbl/d de petróleo).
Sobre todo se han visto afectas las centrales de Onagawa (2,2 GW) y la de Fukushima Daiichi (4,7 GW), si bien la primera al parecer no ha sufrido incidentes que potencialmente puedan afectar a la población, como sí ha ocurrido con la segunda.
Conviene hacer notar, dicho sea de paso, que sólo 4 centrales de 54 se han visto afectadas por el peor terremoto de la historia del país, y sólo una de ellas con serios daños y emisiones radiactivas al exterior.
Sin embargo, será necesario sustituir la energía eléctrica nuclear que se ha retirado del sistema. Y para saber cómo, quizá sea interesante mirar un poco hacia atrás:
En Julio de 2007 otro terremoto (de “tan sólo” 6,8 en la escala Richter) impactó en la central de Kashiwazaki-Kariwa (8,2 GW), situada justo a la misma altura que Fukushima pero en la costa oeste del país, provocando su parada automática. En esa ocasión, la central estuvo parada 12 meses, en los cuales la producción se sustituyó fundamentalmente con generación a partir de fueóleo (71% fuel, 21% gas, 8% carbón).
¿Qué puede ocurrir en el caso actual, suponiendo períodos de recorte de energía nuclear similares al caso anterior? Pues según la consultora energética WoodMackenzie, y teniendo en cuenta que la energía a sustituir sería un 50% superior, muy probablemente esto se realizaría a través de una mayor producción con gas (cerca de 18 millones de metros cúbicos diarios más) y con fuelóleo (unos 110 mil bbl/d más), aunque también con carbón (40% fuel, 40% gas, 20% carbón).
La estimación nos alerta de algo que no parece obvio para mucha gente: la sustitución de la energía perdida no se realizará, al menos en el corto plazo, mediante energías renovables, sino por fuentes fósiles de elevadas emisiones de CO2.
Un dato positivo frente terremoto del año 2007 es que la estimación otorga un mayor peso al gas natural frente al fuel en el “mix de sustitución” actual. La estimación parece bien soportada si tenemos en cuenta además que el terremoto y posterior tsunami han golpeado más duramente a la capacidad de refino del país que a su capacidad de regasificación de GNL: se han visto afectadas 6 refinerías, siendo la de Sendai (145 mil bl/d) la que más daños ha sufrido.
Según las primeras estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) se paralizó más del 30% de la capacidad de refino del país, aunque se espera que en breve tiempo sólo esté fuera de servicio el 13%. También se han visto seriamente afectados varios puertos del noreste del país, importantes para la entrada de mercancías, entre ellas el petróleo, como el de Hachinohe.
Sin embargo, tan sólo se ha visto afectada la terminal de regasificación de Shinminato, una de las más de 20 que están en operación en el país. En este contexto, el GNL se posiciona como clave para sustituir a la generación nuclear perdida, al menos en el corto plazo. Esto puede tensionar los precios del mercado mundial de GNL, particularmente en Europa, ya que es previsible un desvío hacia Japón de cargamentos internacionales de GNL en los próximos meses.
III.- En conclusión…
La realidad es tozuda, y cuando uno (normalmente preocupado también por el Cambio Climático) pide que se abandone la energía nuclear en un país como Japón, tiene que entender qué es lo que está pidiendo y qué es lo que posiblemente va a pasar a continuación, al menos en el corto-medio plazo.
A más largo plazo, dependerá mucho de cómo evolucione eso que se ha dado en llamar “debate nuclear” en todo el mundo. Pero esto será en otro capítulo, amigo lector…
(Fuentes: AIE; Thompson Reuters; WoodMackenzie)
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