Diana tiene 29 años, ya no es una niña pero lo fue. Su familia, de mediano pasar, hizo posible que terminara una diplomatura. Costó, a Diana le gusta estudiar pero no es una superdotada, sólo una chica normal que tiene las cosas claras.
Convencida de que le ofrecería más oportunidades en el futuro, Diana decidió completar sus estudios trabajando en el extranjero. No fue fácil. Lejos de su familia, no le quedó más remedio que tirar de ahorros y trabajos accidentales con sueldos bajos y trato infame. A pesar de todo terminó un postgrado y supo, a pesar de todo, dejar en cada empresa por la que pasó buen recuerdo.
Diana comenzó trabajando de encuestadora a tiempo parcial, ganando el equivalente a cuatrocientos euros en negro. Diana ha sido recepcionista, teleoperadora, vendedora de seguros... de todo y casi nada bonito. Pero ahora es secretaria de dirección en una multinacional farmacéutica, gana un sueldo digno y está perfeccionando un tercer idioma. Ya está pensando en realizar un máster que le permita progresar en su carrera. También, medio en sueños, quiere crear su propia empresa y demostrarse hasta dónde puede llegar.
Diana, no hace falta decirlo, cumple las leyes de su país de acogida, se ha adaptado bien, tiene amigos y se ha casado con un nativo. Dentro de un tiempo le darán la nacionalidad.
O no. Porque Diana tiene un problema: nació en Buenos Aires. Y vive y trabaja aquí, en España.
Y todos sabemos lo que opina al respecto el señor Rajoy. Esta mujer, y la niña que fue, no es bien recibida por el señor Rajoy . Diana, que gracias a la regularización del 2005 pudo dejar de trabajar en negro, aportar su esfuerzo y pagar sus impuestos a este país; no es bienvenida por el señor Rajoy. Diana, que no gusta de costumbres tan españolas como el botellón, la juerga hasta las tantas o comprarse un coche más caro que el Mini full equipe de su compañera; no es bien vista por el señor Rajoy. Diana, que no ha estado un solo día en paro desde que se regularizó su situación, que paga religiosamente sus impuestos y que cree que sirven para algo - “no como allá en la Argentina, no sabés, allí nadie entiende dónde va la plata que te afanan” - no es apreciada por el señor Rajoy. Porque no es española, porque no va a misa de domingo, porque es una extraña que no conoce nuestra cultura ni nuestras leyes, porque ha sido, es o será una delincuente como todos esos que abarrotan nuestras cárceles. Por todo esto al señor Rajoy no le gusta esta niña. Aunque, reproduciendo las palabras del señor Rajoy:
“tenga una educación que sea tan buena como la mejor. Quiero que esa niña pueda pasearse por el mundo sin complejos, porque sabrá idiomas, y porque tendrá un título profesional que se cotice en todo el mundo. Que sea un heraldo de la libertad, de la tolerancia y de los derechos humanos, porque habrá crecido en libertad y no tendrá miedo de las ideas de los demás y habrá aprendido a respetar a todos los que respetan la ley.”
No, el señor Rajoy no quiere a Diana. Pero por suerte, y por mérito, sí es querida por sus amigos, valorada por su jefe, apreciada por sus compañeros y amada por su esposo. Ninguno le exigió que firmara un contrato, practicara nuestras costumbres o aprendiera leyes que ni los españoles aprendemos. No nos hizo falta. A ninguno. A vosotros tampoco.
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3 comentarios:
solo se que yo no quiero ser la niña de Rajoy
Besos y a ver si me pones en blogs interesantes capullo
LINKEA A TU HERMANA POR DIOS
Perdón, perdón. Te linkeo. Lo que pasa es que en teoría esto va de sociología-política-economía sin pretensiones (el que tenga pretensiones y cabeza puede leer a Kantor, a Andrés Boix o a Wonka)
Colega hay que escribir a diario, pasear por otros blogs y comentar
Vago de kk
Besos
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