20/1/11

politikon.es

Un grupo de blogueros amigos que tienen la costumbre de escribir sobre historia, política, economía y asuntos de actualidad de forma inteligente, informada y sensata han creado un nuevo sitio en el que podemos disfrutar de sus escritos: politikon.es

Aunque de todos ellos ya teníamos enlaces a sus blogs originales en nuestro margen derecho, ahora los podréis disfrutar en "pack".

No es necesario que diga cuán necesaria es su aportación, tanto más por ser desinteresada (salvo por la humilde pretensión de dominar el mundo), si la comparamos con el nivel de debate al que uno puede acceder a través de los medios tradicionales (más aún tras el cierre de CNN+): gente hablando (solemnemente) de lo que no sabe, ni un solo dato que respalde los argumentos, tópicos y lugares comunes, lametazos a la voz de los amos... por no hablar de la TDT, que nos obsequia a diario con debates políticos bajunos, fétidos o directamente irrelevantes.

Feliz andadura a politikon.es!

5/1/11

A vueltas con la ley antitabaco

Como muestra de lo intolerantes, delatores, talibanes y fanáticos que somos los no fumadores, ayer un simpático muchachote decidió abrirle la cabeza de un botellazo al dueño de un local que le conminó a que apagara el cigarrillo… luego dicen que el pueblo no se defiende con energía cuando le pisotean “sus derechos”. Luego diremos que el alcalde de Valladolid, célebre adalid de la igualdad y los derechos individuales de la persona (“esos morritos, mmm….”) no nos alertó de la deriva de tintes fascistas que están tomando los acontecimientos.

En fin. El caso es que por fin disponemos de una ley que nos defiende a la mayoría de ser avasallados por la costumbre de unos pocos. Harían falta otras en otros ámbitos, es cierto, pero eso no hace a esta ley menos necesaria.

La “costumbre” referida, dicho sea de paso, es algo peor que “molesta”: según confirman multitud de estudios médicos desde hace décadas, es además claramente dañina para la salud del que la tiene (lo cual en principio sólo le compete a él) y también para los que están alrededor, lo cual justifica de sobra la intervención de las autoridades para regular su uso.

Lógicamente, un vuelco tan importante en el estatus de unos y de otros a la hora de disfrutar de un espacio público (cerrado) tiene que causar resistencias y cabreos de los que se sienten perdedores. Lo que este grupo tiene que entender es que la situación española era claramente anómala entre los países de nuestro entorno, y que no hay manía persecutoria ninguna en el que desea disfrutar su ocio entre amigos sin que dañen de manera tan gratuita su salud.

Hasta ahora, dicho sea de paso, los perseguidos hemos sido los no fumadores, que hemos hecho gala en general de una tolerancia y capacidad de aguante cercana al infinito: en general, y por evitar líos y discusiones, hemos evitado recriminar a fumadores incluso contra toda lógica, por ejemplo cuando fumaban en recintos hospitalarios, o en el metro, o en un taxi, o delante de niños. Hemos soportado los humos de los amigos y acudir con ellos a locales llenos de humo, situación que demuestra además por qué la anterior ley (de espacios diferenciados) fracasó, como bien explica José Luis Ferreira en esta entrada. En los casos en que sí hemos recriminado tales actitudes, hemos sido tachados de intolerantes, fanáticos y provocadores y conminados a ser nosotros los que abandonáramos el recinto, con actitud bravucona y chulesca.

La desfachatez generalizada del fumador hispano llega hasta el punto de asumir como derecho propio el arrojo de colillas al suelo, da igual si este suelo es el de un bar, la calle, un parque infantil o la escalera o ascensor de la comunidad de vecinos. Es estampa común en Madrid ver a un conductor abrir la portezuela en un semáforo o en medio del atasco y vaciar el cenicero en la calzada. Da asco ver el estado en el que queda la playa de Las Negras, en Almería, después de que una horda de perroflautas, por lo demás seguro que apuntados a las más variadas causas ecologistas, hayan pasado la noche disfrutando en una “playa virgen” de sus derechos inalienables de fumadores…

Por todo ello está justificado que las autoridades animen a los ciudadanos que, éstos sí, vean pisoteados sus derechos, a que denuncien los incumplimientos de la ley. Los que han desatado toda la demagogia de que “el Estado alienta la delación” están en la misma actitud (de hecho, a menudo son los mismos) que los que se escandalizaban de que España hubiera declarado la situación de alerta en el espacio aéreo durante el conflicto con los controladores: hablar mucho de lo anecdótico para hacer olvidar lo fundamental.
La realidad es que las autoridades simplemente están recordando a los ciudadanos que tienen derecho a reclamar cuando la ley está de su parte, como cuando nos venden algo defectuoso y pedimos el libro de reclamaciones.

Dicho sea de paso, los que arguyen que el turismo y la hostelería se verán afectados por la medida, olvidan que tal afirmación no se sostiene a la vista de los países de nuestro entorno, y que incluso Italia, cuyos ciudadanos a menudo son tachados (sobre todo según avanzas hacia el sur) de indisciplinados y pendencieros, hace años que respeta la norma sin mayores problemas.

Todas estas tensiones iniciales, que en algunos pocos casos están derivando en peleas, creo que son anecdóticas y pasarán pronto. Aunque la coyuntura económica y la situación personal de muchos ciudadanos se presta en estos momentos, en mi opinión, al cabreo y a la protesta, y esto puede invitar a la desobediencia, confío en que en pocas semanas toda ésta polémica estará olvidada y España pasará a ser un país un poquito más cívico.